INTRODUCCION AL SITIO

 

La Doctrina de la Iglesia se defiende desde adentro no saliendose de ella, siendo testigos de Cristo. Estamos en crisis, hay que discernir entre lo falso y la verdadero, pidiendo al Espiritu Santo esa gracia y fortaleza necesaria, orando por el Papa, los Cardenales, los Obispos y Sacerdotes, para que se mantiengan firmes en la fe, orando por nuestras familias y por los gobernantes, por las comunidades religiosas, por nuestra nacion y el mundo entero, de esto se trata este sitio, formacion, disernimiento, preparacion y fidelidad a la doctrina de siempre, este sitio no es sedevacantista, no esta en ruptura con la Iglesia Catolica, este sitio respeta la autoridad establecida por Dios a traves de la sucesion Papal y Apostolica, este sitio ofrece un camino de sanacion y liberacion, mediante los 12 Pasos que den ese despertar espiritual pero unido a los sacramentos de la Iglesia, al deposito de la fe, de defensa y combate espiritual al que todos estamos llamados, ante lo presente y lo por venir, llegara el momento de decidir entre estar con Cristo o con el Mundo, entre estar en la Iglesia verdadera y la falsa, entre la Iglesia y la anti iglesia, Dios nos Ayude, la tormenta apenas empieza, estar preparados y firmes.

 

"Los fieles laicos idóneos y formados para ello pueden colaborar en la formación catequética (CIC cc. 774, 776, 780), en la enseñanza de las ciencias sagradas (CIC c. 229), en los medios de comunicación social (CIC c. 823,1). Tienen también el derecho e incluso el deber de manifestar a los pastores su opinión sobre el bien de la Iglesia y de manifestarla a los demás fieles, con el debido respeto y salvando siempre la integridad de la fe y de las costumbres (CIC c. 212,3)16. "

 

"Todos los fieles cristianos son verdaderamente iguales en dignidad y acción en la edificación de la Iglesia (c. 208); 2. tienen derecho a evangelizar y extender el mensaje cristiano (c. 211); 3. tienen derecho a manifestar a los pastores de la Iglesia sus necesidades y manifestar sus opiniones para el bien de la Iglesia (c. 212); 4. derecho a recibir de los Pastores la Palabra de Dios y los sacramentos; 5. derecho a tributar culto a Dios según su propio rito, elegir y practicar su propia forma de vida espiritual (c. 214) conforme con la doctrina de la Iglesia; 6. derecho de asociación y de reunión para fines cristianos (c. 215); 7. derecho a participar, promover y sostener la acción apostólica con iniciativas propias (c. 216); 8. derecho a una educación cristiana en sus aspectos religioso y humano (c. 217); 9. libertad de investigación y difusión de sus opiniones teológicas o canónicas, con la debida sumisión al Magisterio de la Iglesia (c. 218)" 


Rigoberto Armando Argaez Diaz -  Administrador del Sitio

DESDE 1998 MIEMBRO DE GRUPOS DE 4Y5 PASO RETIROS INVENTARIO MORAL. Servicios: Apoyo, Encargado de Guardia, Oyente, Padrino, Coordinador de Escritura y Coordinador General de Hacienda en Ciudad de México y en Tamaulipas, en las ciudades de Miguel Alemán, Camargo, Nuevo Progreso, Reynosa y Nuevo Laredo.

 

DESDE 2002 MIEMBRO DE GRUPO TRADICIONALES AA. Servicios en el Grupo: Cafetero, Secretario, Literatura, Tesorero, IP, Coordinador y RSG. En el Distrito: Secretario, IP, CCCP, Talleres de Acción y Liderazgo, 12 Tradiciones y Libro Azul. Gestión Nueva Área Tamaulipas y Apertura de 5 Grupos.

 

CONOCIMIENTO DE ENFERMEDADES MENTALES: Depresión y Ansiedad

 

FUNDADOR: Proyecto Jerónimo – El Arte del Combate Espiritual

 

ESCRITOR 12 LIBROS: Cuando la Voluntad Falla, Soldado en Cristo Volumen I al VII, Genesis de las Debilidades Humanas y los Defectos de Carácter y GUÍA DE APADRINAMIENTO Y MANUAL DE SERVICIO INVENTARIO MORAL. Este ultimo libro, se incluyo como referencia bibliográfica en la literatura oficial de la estructura de los grupos de amor y servicio USA y México.

 

CANALES DE YOUTUBE: 12 Pasos RIGO Caminando de la Oscuridad a la Luz y El Arte del Combate Espiritual, en Facebook la Pagina El Combate Espiritual

 

DESDE 2000, EXPERIENCIA EN APADRINAMIENTO de los 12 pasos especializado en el inventario moral 4 y 5, 8 y 9 y 10mos Pasos, tanto para personas adictas como con disturbios emocionales.

 

DESDE 1998, SOBRIEDAD CONTINUA Practicando los 12 pasos. Completando los inventarios y apadrinamiento formal de 4 y 5 pasos, 8 y 9 pasos, y una vez por año inventario moral del 10mo Paso, soporte espiritual por parte de padrino de AA y Dirección Espiritual de un Sacerdote. Como Información Adicional en mi Proceso de Crecimiento Espiritual DESDE 2004 CATOLICISMO: Formación y Especialista en defensa y combate espiritual, sanación y liberación, apologética, catecismo y discernimiento. realizando consagración al Inmaculado Corazon de Maria Segun el Metodo de 33 dias de San Luis María Grignion de Montfort, Imposion de Escapulario Carmelita, Confesión General de Vida y Kerigma.

 

CLINICAS DE ADICCIONES: Consultor Consejero en Clínicas de Adicciones en Tijuana BC México.

 

EN LO PROFESIONAL: Consultor independiente marca personal ADRA presentado servicios profesionales sobre inteligencia empresarial y financiera así como en desarrollo organizacional y humano, capacitador certificado, agente profesional de seguros y asesor financiero certificado, ha trabajado como administrador de puentes internacionales en CAPUFE y en empresas como el Corporativo de GRUPO ICA e ISOSA, ha sido catedrático a nivel universitario en IIES e impartido cursos y conferencias, así como diplomados en Desarrollo Directivo, asesor y columnista en la Cámara Internacional de Emprendedores.

 

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Movil y WhatsApp: +52 664 508 6801 

Mails: aargaez@msn.com y raargaezd@gmail.com

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Tijuana, BC, Mexico.

Mi Despertar Espiritual

Aproximadamente en el año 2005, despues de un recorrido espiritual en los 12 pasos de AA, en Grupos de 4 y 5 Paso y Grupos Tradicionales, donde tuve un despertar espiritual muy profundo y entregado al servicio, despues de un interes de profundizar en la fe y empezar a leer la Biblia, en oracion le pedi a Dios, muestrame donde esta la verdad porque quiero conocerte mas, hay confusion en mi con tantas doctrinas cristianas diferentes, unos dicen una cosa y otros dicen otra, como te voy a seguir si no conozco el camino.

 

Al poco tiempo llego a mi el deseo de rezar el rosario unido al inventario diario (10 Paso) y desando hacer la voluntad de Dios (11vo Paso), y lo empeza a rezar con todo mi corazon, despues llego a mi literatura de los Apostoles de la Palabra donde se me aclaro el panorama sobre todas las dudas que tenia, sali de ese relativismo y abrace la fe catolica con todo mi corazon, empezo a crecer mi interes en conocer este camino, en una ocasion despues de una larga oracion, espontaneamente vino a mi mente una locusion intenrior que me dijo escribe y lo que a continuacion presento es lo que a mi entender el Espiritu Santo me mostro y dijo.

La Revelacion

EL MISTERIO DE LA FE

 

Este es un Gran Misterio:

 

Cristo está escondido en el pan como su Iglesia está escondida en Cristo en su cuerpo místico, El es la cabeza y nosotros somos el cuerpo. Decían en ese tiempo y ahora también ¿Como puede este darnos a comer su carne?, Cuídense de la levadura de los fariseos y seduceos, El que come de mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna y yo le resucitare en el día postrero, porque mi carne es verdadera comida y mi sangre verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre, en mi permanece y yo en el.

 

El Padre está escondido en Cristo porque el Dios invisible se hace visible en Cristo, revelación plena del misterio de Dios invisible, el que me ve a mi ve al Padre, verdadero Dios y verdadero hombre, Jesús el nuevo Adán, que bajo de cielo, que existía desde antes de la creación porque era el verbo y el verbo con Dios y el verbo era Dios y aquel verbo fue hecho carne y habito entre nosotros.

 

La sangre de Cristo está escondida en el vino, sangre derramada en la cruz para la salvación de los hombres, como también la sangre derramada por su iglesia cuerpo místico de Cristo que completa los padecimientos de Cristo para salvación de los hombres, por los mártires como fieles Soldados de Dios, por los Santos que se ofrecen en sacrificio, por la Iglesia con dolores de parto en la persecuciones y aflicciones, que clama ven Señor Jesús en espera de su Glorioso retorno que es la resurrección de los muertos, juicio y vida eterna, donde nos encontraremos con El en los aires.

 

Iglesia peregrina que camina por el desierto como en tiempos antiguos alimentada por el mana que baja de cielo, para poder llegar a la tierra prometida, figura del paraíso, la patria celestial, mana, figura de la eucaristía, Cristo escondido en la figura de la serpiente de bronce en el desierto que curaba a los enfermos que le miraban, en la figura de Isaac el hijo prometido y a punto de a ser sacrificado por Abraham en obediencia al Padre y en el sufriente Job, la eucaristía en la figura del pan sin levadura en memoria de la liberación de Israel de la esclavitud de Egipto, Cristo, en la figura del Cordero sacrificado según la Ley Judía para el perdón de los pecados, en la figura del Rey David, Cristo anunciado por el profeta Isaías como el Siervo Sufriente que carga con los pecados del pueblo, prometido por otros profetas, escondido en la Ley y los salmos. Cristo presente y escondido en el viejo pacto.

 

Las gotas que salen de la Eucaristía, son siete gotas de sangre del Redentor y Salvador del Mundo, Son las siete palabras dichas por Jesús en la agonía de la cruz al tiempo que derramaba su sangre bendita:

 

1ra: Padre Perdónales porque no saben lo que hacen (Redención),

 

2da: En verdad te digo que hoy mismo estarás conmigo en el paraíso (Salvación),

 

3ra: Mujer he ahí a tu Hijo - he ahí a tu Madre (Madre-Iglesia),

 

4ta: Dios mío Dios mío porque me has abandonado (citando las escrituras, el salmo 22, expresión de la fragilidad humana en el dolor y unión con el creyente en la agonía en la noche oscura de la fe),

 

5ta: tengo sed (de cumplir la voluntad del Padre)

 

6ta: todo está consumado (Lo anunciado en la Ley, los Profetas y los Salmos), y

 

7ma: Padre en tu manos encomiendo mi espíritu (Abandono completo al Padre).

 

También son los siete dones del Espíritu Santo, son los siete Sacramentos y deposito de la fe a su Iglesia Católica y Apostólica. Siete que es perfección, siete iglesias, siete sellos, siete trompetas, siete copas, el perfecto juicio de Dios. Cristo inmolado el único digno de recibir el reino el poder y la gloria, por su sacrificio perfecto y eterno, que agrado plenamente al Padre, digno de recibir el rollo y romper los sellos para que sea sometido todo bajo sus pies.

 

La Iglesia es también la Virgen María con dolores de parto coronada por 12 estrellas que son los apóstoles, la Virgen está escondida en la Iglesia, y modelo excelso de santidad, ya que es desconocida por los demás que no entienden su misterio, es la copa de su vientre que recibió al Salvador y es esposa del Espíritu Santo, la Virgen intercede como intercedió en la Bodas de Cana, diciendo hagan lo que él Dice, convirtiendo Jesús el Agua en Vino, aun cuando todavía no era su hora, la hora de su pasión, transformación como sucede en la Eucaristía de manera no visible pero real. Corredentora que sufrió unida a su Hijo al ver su pasión y entrega, acompañándolo también con dolores pero en aceptación a plan de Dios y consintió la voluntad del Padre de la inmolación del hijo, Que hoy sigue diciendo y recordándonos, hagan lo que él dice para tener parte de las boda con el Cordero con su iglesia. M de Magisterio, de Misionera, de Misa que es el continuo sacrificio donde las especies se convierte en Cuerpo y Sangre de Cristo. M de Mandamientos.

 

M de María, M de Maestra, M de Modelo, M de Mediadora, M de Madre Iglesia y Santa, M de Matrimonio otro signo del amor de Cristo por su iglesia en la figura del esposo y la esposa, en la figura de la Virgen con el Espíritu Santo.

 

El misterio del matrimonio se ve en Adán y Eva, en las bodas de Cana y las bodas del cordero con su iglesia, la esposa y el esposo ya no son dos sino uno solo, hueso de mis huesos, carne de mi carne, símbolo de amor de Cristo por su iglesia, de su unidad, el está en mí y yo en el. La fidelidad de la esposa con el esposo y el esposo con la esposa para no ser considerada adultera que deja de ser fiel a su esposo Cristo y no ser tomada por prostituta que es la falsa iglesia y la Virgen la iglesia fiel.

 

La Iglesia es Santificada por el Espíritu Santo, por Ello es Santa aun que es una congregacion de pecadores, pero su doctrina es santa y sus sacramentos santifican.

 

La Virgen María fue predestinada y preservada sin mancha, Inmaculada por el Espíritu Santo, El mesías al ser el Cordero sin mancha ni pecado, no podía nacer del pecado ni siquiera con pecado original por ello la virgen fue preservada inmaculada a favor de Cristo a quien aporto su naturaleza humana y el Espíritu Santo encarno en su vientre su naturaleza divina, el Verbo Encargado, con dos naturalezas indivisibles e inserparables la una de la otra, verdadero Dios y verdadero Hombre.

 

El Cordero sin mancha ni defecto, sin mancha del pecado original y sin defecto de pecado en su vida, El Santo de Dios.

 

El misterio de la Virgen, llena eres de Gracia, bendita eres, entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, todas las naciones te llamaran bienaventurada.

 

Elevada al Cielo donde se encontró con su hijo en los aires como se encontrara la iglesia en los aires con Cristo en la resurrección. La mujer, nueva Eva contra la serpiente que hoy se siente dragón, el Padre dispuso, pondré enemistad en tu y la mujer (La Virgen), entre su descendencia (Cristo y su Iglesia) y tu descendencia (Satanás y sus hijos), ella te pisara la cabeza y tu le morderás el talón.

 

Por Eva la primera madre de los hombres, entro el pecado y la muerte, engañada por la serpiente y se propago a Adán por obedecer a su mujer y no a Dios, se propago la maldición a toda su descendencia, la nueva Eva María prometida desde el Génesis, Madre de la Iglesia, obediente al Padre entro el salvador al mundo y Cristo obedeció y glorifico al Padre en todo, llego la salvación y vida eterna, la nueva creación, no de la tierra sino del espíritu, por los meritos de Jesucristo.

 

La Cruz con sus cuatro puntas, abarca toda la creación, los cielos, la tierra y debajo de la tierra, todo está sometido bajo sus pies, toda su creación es renovada por El. Siendo digno de recibir el Reino, el Poder y la Gloria y toda rodilla que dobla ante él en los cielos, en la tierra y debajo de la tierra y está por encima de todo Nombre, es el Rey de Reyes y Señor de Señores, Cristo Jesús, el camino, la verdad y la vida.

 

La punta superior traspasa los cielos y rompe el velo que separa a los hombres de Dios para conocer al Padre en el Hijo, siendo en el Hijo el sacrificio perfecto y eterno, de una vez y para siempre que como eterno Sacerdote presenta desde el Santísimo continuamente al Padre su sacrificio y reconcilia a Dios con los hombres.

 

La punta inferior traspasa la tierra y sus entrañas hasta llegar a los infiernos para humillación de sus enemigos, para alcanzar a los espíritus encarcelados.

 

La punta de la derecha e izquierda son los brazos extendidos a la humanidad que muestra su Corazón, su Amor, un brazo es la misericordia y el otro su justicia, la separación entre las ovejas y la cabras unas para entrar en su gozo y otras para condenación eterna, figuras de ello en los dos malhechores uno a la derecha y otro a su izquierda uno arrepentido y salvado, el otro condenado.

 

El que no está conmigo contra mi esta, El que los recibe a ustedes a mi me recibe, a quien le perdonen sus pecados, le serán perdonados, a quienes se los retengan le serán retenidos, el que quiera ser mi discípulo que se niegue así mismo, que tome su cruz y me siga.

 

El que quiera salvar su vida la perderá, el que la pierda la salvara, por amor a Cristo.

 

Esto no te lo revelo la carne, sino el Espiritu.


Mi Libro

Encontraras el Metodo y la Forma de Hacer el Servicio de Apadrinamiento y Servicio de Experiencia segun lo que se vivio en los primeros 10 anos del inicio de este retiro tipo hacienda a traves de los Grupos de 4 y 5 Paso en Mexico, tanto si eres padrino, tienes un grupo, eres miembro y pretendes escribir tu inventario, tendras toda la informacion para saber el objetivo y como lograr el despertar espiritual y las promesas del programa de 12 pasos, este libro fue reconocido e incluido como referencia bibliografica en la literatura oficial que se formo tanto en USA como en Mexico de Amor y Servicio





PANORAMA ACTUAL

LA IGLESIA Y EL MUNDO MODERNO

Opinion Personal

 

El mundo esta atravesando una grave crisis, no solo el mundo si no tambien la misma Iglesia, no solo en cuanto algunos de sus servidores sino de los mismos creyentes, que quieren vivir una fe superficial en busqueda de bienes materiales como fin, no saben defender su fe porque no conocen los fundamentos de la fe formada por el conocimento e interpretacion de la Sagrada Escritura y de la Tradicion Apostolica y Magisterio de la Iglesia abriendose asi la puerta a la apostacia, al engano y la perdicion, desconociendo el fundamento de los dogmas de fe y los sacramentos, sin tener seriedad en la practica de los mismos, se dicen algunos o una gran mayoria Catolicos sin serlo en realidad, ya que viven un ateismo practico, sin compromiso y sin seriedad, ya que se dejan seducir por cualquier doctrina que les presentan y les dicen lo que quieren oir, como que son dioses, que son duenos del universo, el cristo cosmico, metafisica, esoterismo, maestros ascendidos, adivinos, y muchos etc, hablan de prosperidad y el paraiso terrenal, un relativismo donde cada quien cree lo que considera conveniente y hace su coctel, y rechaza lo que a su ego no conviene, es el engano que se presenta como virtud y como bien pero su fin es la oscuridad.

 

Es sombra enganosa, que presenta como luz, luz bella, luzbel, lucifer y que explota en tentacion las ambiciones del corazon del hombre y lo lleva en una ilusion a la cuspide de Babel y lo sienta a su lado diciendole "Verdad que somos igual que Dios". El corazon del hombre, es un altar donde estan sentados varios idolos con nombres blasfemos diciendose cosas vanas.

 

Es la confusion que presenta al hombre interpretacion a su manera de la verdad y la revelacion y desprecia la virtud santa ridiculizandola y despreciandola de anticuada y obsoleta justificando el rechazo por los pecados de otros, ya que no existe conciencia de pecado, a lo bueno le llaman malo y a lo malo bueno creyendo que Dios cambia de parecer con el tiempo como si Dios hoy dijera una cosa y mañana otra, como si Dios fuera como el hombre que se corrompe cada vez mas, Dios siempre es el mismo misericordioso, pero tambien Justo Juez y vendra.

 

Cuantas versiones de la verdad conoces?, cuantas interpretaciones privadas, videntes, mensajes conoces?, muchos conocen mas de revelaciones profeticas privadas pero nada del magisterio de la Iglesia, hay que tener prudencia en este tema, la curiosidad los atrapa pero no tienen elementos para discernir, se llenan de opiniones aqui y alla, quieren oir novedades, la unica novedad es si quieres ser Salvo, se Santo hoy, no manana, porque manana tal vez si Dios quiere vivas, o tal vez no, mi fin del mundo es el dia de mi muerte, solo tengo este dia cuidalo y decidete no esten con un pie con los Catolicos y otros con los Protestantes y una mano en el esoterismo y otra en la misa. no puedo generalizar porque existen excepciones y mucha virtud en la iglesia que poco se aprecia y valora, pero para demostrarlo.

 

Por poner un ejemplo de la decadencia, en un pais como mi Mexico con 80% de catolicos o creo que mas, y otro porcentaje de Cristianos protestantes como se explica que se apoyen leyes de aborto y seguir como sociedad divididos en este tema, o en otro aspecto creer en superticiones como el que leer cartas, la Santa Muerte, el zodiaco, o como se explica tanta violencia, robo, divorcios, drogadiccion, corrupcion, ilegalidad y no me refiero al gobierno, sino a la sociedad, etc. eso como lo podemos interpretar en un pais de 80% de Catolicos, como una Crisis?, una doble moral?, un doble discurso?, a Dios le decimos que creemos en el, pero al mismo tiempo le decimos que no al negarnos a vivir de la manera que quiere que vivamos. Preferimos buscar un culpable, ahi esta el Gobierno o los pecados de la Iglesia o del Sacerdote, pero me olvido que cuando senalo con el dedo a una persona tres dedos me apuntan a mi y el pulgar me dice quien eres tu, la responsabilidad de lo que somos como sociedad es nuestra porque lo que sucede en la sociedad es lo que yo hago en ella.

 

El cristianismo se ha convertido en un circo, en un bufete para todos los gustos y preferencias, y la verdad se mezcla con la mentira y la mentira con la verdad, para que sea prueba de tropiezo o de salvacion.

 

El espiritu del anticristo ya obra y engana desde el inicio al mundo ¡Si comen del Fruto del Conocimiento del Bien y el Mal Sereis como Dios!, y dejando la sana doctrina se fueron en pos del padre de la mentira, en pos de fabulas y doctrinas de demonios, y hoy mas que nunca, el hombre enganado se ha glorificado a si mismo en ese sentido es otro anticristo en su manera de pensar y obrar colaborando al misterio de iniquidad, negandose a amar a Dios sobre todas las cosas y negandose a ser salvado por su mesias Jesucristo, El hombre piensa que con sus propias fuerzas, su propia intelegencia, talentos y autosuficiencia alcanzara la felicidad en esta tierra, el paraiso terrenal a traves de la ciencia, el supuesto conocimiento oculto y esoterico, el materialismo, modernismo, humanismo, reencarnacion, panteismo, ateismo, masoneria y nueva era o era de acuario, liberalismo, sistemas politicos y la globalizacion que ponen la ley de los hombres por encima de la ley de Dios y prometen paz, abundancia y bienestar, llegando al punto de un falso mesias que muestra a los hombres todos los reinos del mundo y su gloria y le dice, «Todo esto te daré si postrándote me adoras.»

El hombre enganado idolatra de si mismo quiere ser adorado por los demas hombres como su fuera Dios y en vez de adorar y someternse al Dios Verdadero y Creador, cree no necesitar de Dios, o solo busca superficialmente su favor y no a El, esta es la apostasia, rechazar y negar la verdad, a Dios y a su mesias, haciendose Dios a si mismo piensa que todo lo puede y que todo lo sabe con su sobervia filosofia hace el papel de Dios.

 

El hombre idolatra busca en los falsos dioses del poder, las personas, el prestigio, el conocimiento, aventura, dinero y riquezas, sexo y placeres, drogas, adicciones la solucion a su vacio existencial, confundiendo los medios con los fines, buscando este oro falso lo lleva a una ambicion inmoderada e insaciable que busca mas y mas sin quedar satisfecho nunca, exigencias que pretende hacer pasar por necesidades legitimas en su propia mente corrupta cree sus propias mentiras, cegado crea sus justificaciones, creyendo salir libre de culpa, callando asi la conciencia que es la voz de Dios, culpando a su entorno y a los demas de lo que el mismo a provocado por su desobediencia, vanagloriandose de su supuesta rectitud, quedando cada vez mas solo y dividido en si mismo y con los demas, siendo esclavo se cree libre, encerrado en la carcel en que el orgullo lo encerro sufre y se angustia al no obtener lo que el quiere o por lo que otros hacen.

 

El Hombre de este tiempo a convertido la desovediencia en una Virtud y la llama Libertad, esa libertad barata, que sale muy cara, porque le da la espalda a Dios, esa libertad que promuebe la apostacia al renunciar al Verdadero Dios, haciendose Dioses a Imagen y Semejanza del Propio Hombre caido, esa libertad en forma de fruto prometido que hace ciego al hombre haciendole creer que ve lo que no encuentra, date cuenta que fuera de Dios no hay salvacion, solo en el hay esperanza, justicia y paz.

 

¿Tu que hablas de libertad, Dónde esta tu libertad? cuando eres esclavo de ti mismo, de tu yo exigente e insatisfecho, de tras de todo esto solo existe miedo disfrazado de ambicion.

 

En este sitio encontraras informacion diversa en forma de opiniones no de verdades y por ello no te pido que creas nada sino que investiges siempre y en otros casos tambien, deberas confrontar todo con la Biblia, el Magisterio de la Iglesia Catolica y un Director Espiritual un Sacerdote, es peligroso conducirse solo en aspectos espirituales, cuantos enganados pensado que Dios les habla o por interpretaciones personales han justificado las mas grandes tonterias, divisiones entre cristianos, cismas etc, de otro modo, puedes ser enganado por cualquiera que te presente una buena emboltura y verdades mezcladas con mentiras, tu decides.

 

El Objetivo principal de este sitio es fomentar la formacion de grupos familiares y comunitarios de estudio y defensa de la fe, oracion, discernimiento, liberacion y combate espiritual. Arraigar habitos dignos de un Soldado de Cristo consagrado el y su familia en este tiempo de oscuridad.

 

Que Dios te ayude y tu quieras ser un Catolico de verdad.

 


Mons. Schneider: sobre la validez del pontificado de Francisco

No existe autoridad que pueda declarar ni considerar inválido un papa elegido y mayoritariamente aceptado. La práctica ininterrumpida de la Iglesia deja claro que aun en el caso de que una elección fuera inválida queda de facto subsanada por la aceptación general del pontífice electo por mayoría absoluta de los cardenales y obispos.

 

Incluso en caso de que el papa incurriera en herejía, no perdería automáticamente el cargo ni existe organismo en la Iglesia que pueda deponerlo oficialmente por su heterodoxia. Sería algo afín a la herejía del conciliarismo o epicospalismo. En esencia, la herejía conciliarista o episcopalista consiste en afirmar que dentro de la Iglesia existe un organismo (sea concilio ecuménico, sínodo, colegio cardenalicio o colegio episcopal) que puede emitir un juicio legal vinculante sobre un pontífice.

 

La teoría de que la herejía acarrea la pérdida automática del cargo de papa no deja de ser una opinión, y esto lo observó el propio San Roberto Belarmino y no lo expuso como una enseñanza del Magisterio. El magisterio pontificio perenne jamás ha enseñado tal posibilidad. Cuando entró en vigor el Codigo de Derecho Canónico (Codex Iuris Canonici) de 1917, el Magisterio de la Iglesia suprimió en la nueva legislación la observación del Decreto de Graciano que figuraba en el antiguo Corpus Iuris Canonici que sostenía que el pontífice que se apartaba de la recta doctrina podía ser depuesto. En ningún momento ha admitido el Magisterio de la Iglesia un procedimiento canónico de destitución de un papa hereje. La Iglesia carece de autoridad formal o judicial sobre el Sumo Pontífice.

 

La más cierta doctrina católica afirma que en el supuesto de que un papa incurra en herejía los miembros de la Iglesia pueden evitarlo, resistirlo o negarse a obedecerlo, todo lo cual se puede hacer sin necesidad de una teoría u opinión que sostenga que el papa hereje deje automáticamente de ser pontífice o pueda ser depuesto por ello.

 

En vista de ello, tenemos que atenernos a la vía más segura (via tutior) y dejarnos de defender lo que son meras teorías de teólogos (aunque sea el mismismo San Roberto Belarmino) que afirmen que el papa hereje deja automáticamente de ser papa o puede ser destituido.

 

Un pontífice no puede incurrir en herejía cuando se pronuncia ex cathedra; esto es dogma de fe. Ahora bien, cuando no hace una declaración ex cathedra, puede caer en ambigüedades doctrinales, errar y hasta incurrir en la heterodoxia. Y como el papa no es lo mismo que la totalidad de la Iglesia, la Iglesia es más fuerte que un simple papa que yerre o sea hereje. En un caso así, hay que corregirlo de forma respetuosa (evitando una ira puramente humana y palabras irrespetuosas) y resistirlo como se resiste a un mal padre de familia. Los miembros de la familia no pueden declarar que su mal padre ya no es su padre. Pueden corregirlo, negarse a obedecerlo, apartarse de él, pero no pueden revocar su paternidad.

 

Los buenos católicos conocen la verdad y tienen el deber de proclamarla, así como de ofrecer reparaciones por los errores de los papas que yerran. Dado que es humanamente imposible resolver el caso de un pontífice hereje, hay que implorar a Dios con fe sobrenatural que intervenga, porque ese papa que yerra no es eterno, es temporal, y la Iglesia está en manos de Dios.

 

Debemos tener suficiente fe sobrenatural, confianza, humildad y espíritu de la Cruz para soportar una prueba de tal magnitud. En estas situaciones, que son relativamente breves (comparadas con los 2000 años de la Iglesia), no debemos caer en reacciones excesivamente humanas ni buscar soluciones fáciles (cómo declarar la invalidez de un pontificado), sino mantener la sobriedad, la sangre fría, sin perder una perspectiva auténticamente espiritual y la confianza en que Dios intervendrá y en que la Iglesia es indestructible.

Actualidad una Iglesia Dividida

San Basilio 

 

«La acusación que ahora seguramente asegurará un castigo severo es el cuidado en la preservación de las tradiciones de los Padres» (Ep. 243).

 

«Las doctrinas de la verdadera religión están derrocadas. Las leyes de la Iglesia están en confusión. La ambición de hombres que no temen a Dios se apresura a ocupar altos cargos en la Iglesia, y el cargo elevado ahora es conocido públicamente como el premio de la impiedad. El resultado es que cuanto más blasfema un hombre, más apto lo considera la gente para ser obispo. La dignidad clerical es cosa del pasado. Hay una completa falta de hombres que pastoreen el rebaño del Señor con conocimiento. Los eclesiásticos en autoridad tienen miedo de hablar, ya que aquellos que han alcanzado el poder por interés humano son esclavos de aquellos a quienes deben su avance. La fe es incierta; las almas están empapadas en la ignorancia porque los adulteradores de la palabra imitan la verdad. Las bocas de los verdaderos creyentes están mudas, mientras que cada lengua blasfema ondea libremente; las cosas sagradas son pisoteadas». (Ep. 92)

 

Vivimos de hecho en un tiempo como el descrito por San Basilio con una sorprendente similitud.

 

Las palabras de San Basilio en su Carta al Papa San Dámaso, en la que pedía la ayuda y la eficaz intervención del papa, son completamente aplicables a nuestra situación hoy:

 

«La sabiduría de este mundo gana los mayores premios en la Iglesia y ha rechazado la gloria de la cruz. Los pastores son desterrados, y en su lugar se introducen lobos feroces que apresuran al rebaño de Cristo. Las casas de oración no tienen a nadie para reunirse en ellas; los lugares desiertos están llenos de multitudes que lamentan. Los ancianos lamentan cuando comparan el presente con el pasado. Los jóvenes son aún más dignos de compasión, porque no saben de lo que han sido privados». (Ep. 90)

La Ultima Prueba de la Iglesia

CATECISMO

CAPÍTULO SEGUNDO

CREO EN JESUCRISTO, HIJO ÚNICO DE DIOS

 

ARTÍCULO 7

“DESDE ALLÍ HA DE VENIR A JUZGAR A VIVOS Y MUERTOS”

 

I. Volverá en gloria

 

Cristo reina ya mediante la Iglesia ...

 

668 "Cristo murió y volvió a la vida para eso, para ser Señor de muertos y vivos" (Rm 14, 9). La Ascensión de Cristo al Cielo significa su participación, en su humanidad, en el poder y en la autoridad de Dios mismo. Jesucristo es Señor: posee todo poder en los cielos y en la tierra. El está "por encima de todo principado, potestad, virtud, dominación" porque el Padre "bajo sus pies sometió todas las cosas"(Ef 1, 20-22). Cristo es el Señor del cosmos (cf. Ef 4, 10; 1 Co 15, 24. 27-28) y de la historia. En Él, la historia de la humanidad e incluso toda la Creación encuentran su recapitulación (Ef 1, 10), su cumplimiento transcendente.

 

669 Como Señor, Cristo es también la cabeza de la Iglesia que es su Cuerpo (cf. Ef 1, 22). Elevado al cielo y glorificado, habiendo cumplido así su misión, permanece en la tierra en su Iglesia. La Redención es la fuente de la autoridad que Cristo, en virtud del Espíritu Santo, ejerce sobre la Iglesia (cf. Ef 4, 11-13). "La Iglesia, o el reino de Cristo presente ya en misterio"(LG 3), "constituye el germen y el comienzo de este Reino en la tierra" (LG 5).

 

670 Desde la Ascensión, el designio de Dios ha entrado en su consumación. Estamos ya en la "última hora" (1 Jn 2, 18; cf. 1 P 4, 7). "El final de la historia ha llegado ya a nosotros y la renovación del mundo está ya decidida de manera irrevocable e incluso de alguna manera real está ya por anticipado en este mundo. La Iglesia, en efecto, ya en la tierra, se caracteriza por una verdadera santidad, aunque todavía imperfecta" (LG 48). El Reino de Cristo manifiesta ya su presencia por los signos milagrosos (cf. Mc 16, 17-18) que acompañan a su anuncio por la Iglesia (cf. Mc 16, 20).

 

... esperando que todo le sea sometido

 

671 El Reino de Cristo, presente ya en su Iglesia, sin embargo, no está todavía acabado "con gran poder y gloria" (Lc 21, 27; cf. Mt 25, 31) con el advenimiento del Rey a la tierra. Este Reino aún es objeto de los ataques de los poderes del mal (cf. 2 Ts 2, 7), a pesar de que estos poderes hayan sido vencidos en su raíz por la Pascua de Cristo. Hasta que todo le haya sido sometido (cf. 1 Co 15, 28), y "mientras no [...] haya nuevos cielos y nueva tierra, en los que habite la justicia, la Iglesia peregrina lleva en sus sacramentos e instituciones, que pertenecen a este tiempo, la imagen de este mundo que pasa. Ella misma vive entre las criaturas que gimen en dolores de parto hasta ahora y que esperan la manifestación de los hijos de Dios" (LG 48). Por esta razón los cristianos piden, sobre todo en la Eucaristía (cf. 1 Co 11, 26), que se apresure el retorno de Cristo (cf. 2 P 3, 11-12) cuando suplican: "Ven, Señor Jesús" (Ap 22, 20; cf. 1 Co 16, 22; Ap 22, 17-20).

 

672 Cristo afirmó antes de su Ascensión que aún no era la hora del establecimiento glorioso del Reino mesiánico esperado por Israel (cf. Hch 1, 6-7) que, según los profetas (cf. Is 11, 1-9), debía traer a todos los hombres el orden definitivo de la justicia, del amor y de la paz. El tiempo presente, según el Señor, es el tiempo del Espíritu y del testimonio (cf Hch 1, 8), pero es también un tiempo marcado todavía por la "tribulación" (1 Co 7, 26) y la prueba del mal (cf. Ef 5, 16) que afecta también a la Iglesia (cf. 1 P 4, 17) e inaugura los combates de los últimos días (1 Jn 2, 18; 4, 3; 1 Tm 4, 1). Es un tiempo de espera y de vigilia (cf. Mt 25, 1-13; Mc 13, 33-37).

 

El glorioso advenimiento de Cristo, esperanza de Israel

 

673 Desde la Ascensión, el advenimiento de Cristo en la gloria es inminente (cf Ap 22, 20) aun cuando a nosotros no nos "toca conocer el tiempo y el momento que ha fijado el Padre con su autoridad" (Hch 1, 7; cf. Mc 13, 32). Este acontecimiento escatológico se puede cumplir en cualquier momento (cf. Mt 24, 44: 1 Ts 5, 2), aunque tal acontecimiento y la prueba final que le ha de preceder estén "retenidos" en las manos de Dios (cf. 2 Ts 2, 3-12).

 

674 La venida del Mesías glorioso, en un momento determinado de la historia (cf. Rm 11, 31), se vincula al reconocimiento del Mesías por "todo Israel" (Rm 11, 26; Mt 23, 39) del que "una parte está endurecida" (Rm 11, 25) en "la incredulidad" (Rm 11, 20) respecto a Jesús . San Pedro dice a los judíos de Jerusalén después de Pentecostés: "Arrepentíos, pues, y convertíos para que vuestros pecados sean borrados, a fin de que del Señor venga el tiempo de la consolación y envíe al Cristo que os había sido destinado, a Jesús, a quien debe retener el cielo hasta el tiempo de la restauración universal, de que Dios habló por boca de sus profetas" (Hch 3, 19-21). Y san Pablo le hace eco: "si su reprobación ha sido la reconciliación del mundo ¿qué será su readmisión sino una resurrección de entre los muertos?" (Rm 11, 5). La entrada de "la plenitud de los judíos" (Rm 11, 12) en la salvación mesiánica, a continuación de "la plenitud de los gentiles (Rm 11, 25; cf. Lc 21, 24), hará al pueblo de Dios "llegar a la plenitud de Cristo" (Ef 4, 13) en la cual "Dios será todo en nosotros" (1 Co 15, 28).

 

La última prueba de la Iglesia

 

675 Antes del advenimiento de Cristo, la Iglesia deberá pasar por una prueba final que sacudirá la fe de numerosos creyentes (cf. Lc 18, 8; Mt 24, 12). La persecución que acompaña a su peregrinación sobre la tierra (cf. Lc 21, 12; Jn 15, 19-20) desvelará el "misterio de iniquidad" bajo la forma de una impostura religiosa que proporcionará a los hombres una solución aparente a sus problemas mediante el precio de la apostasía de la verdad. La impostura religiosa suprema es la del Anticristo, es decir, la de un seudo-mesianismo en que el hombre se glorifica a sí mismo colocándose en el lugar de Dios y de su Mesías venido en la carne (cf. 2 Ts 2, 4-12; 1Ts 5, 2-3;2 Jn 7; 1 Jn 2, 18.22).

 

676 Esta impostura del Anticristo aparece esbozada ya en el mundo cada vez que se pretende llevar a cabo la esperanza mesiánica en la historia, lo cual no puede alcanzarse sino más allá del tiempo histórico a través del juicio escatológico: incluso en su forma mitigada, la Iglesia ha rechazado esta falsificación del Reino futuro con el nombre de milenarismo (cf. DS 3839), sobre todo bajo la forma política de un mesianismo secularizado, "intrínsecamente perverso" (cf. Pío XI, carta enc. Divini Redemptoris, condenando "los errores presentados bajo un falso sentido místico" "de esta especie de falseada redención de los más humildes"; GS 20-21).

 

677 La Iglesia sólo entrará en la gloria del Reino a través de esta última Pascua en la que seguirá a su Señor en su muerte y su Resurrección (cf. Ap 19, 1-9). El Reino no se realizará, por tanto, mediante un triunfo histórico de la Iglesia (cf. Ap 13, 8) en forma de un proceso creciente, sino por una victoria de Dios sobre el último desencadenamiento del mal (cf. Ap 20, 7-10) que hará descender desde el cielo a su Esposa (cf. Ap 21, 2-4). El triunfo de Dios sobre la rebelión del mal tomará la forma de Juicio final (cf. Ap 20, 12) después de la última sacudida cósmica de este mundo que pasa (cf. 2 P 3, 12-13).

 

II. «Para juzgar a vivos y muertos»

 

678 Siguiendo a los profetas (cf. Dn 7, 10; Jl 3, 4; Ml 3,19) y a Juan Bautista (cf. Mt 3, 7-12), Jesús anunció en su predicación el Juicio del último Día. Entonces, se pondrán a la luz la conducta de cada uno (cf. Mc 12, 38-40) y el secreto de los corazones (cf. Lc 12, 1-3; Jn 3, 20-21; Rm 2, 16; 1 Co 4, 5). Entonces será condenada la incredulidad culpable que ha tenido en nada la gracia ofrecida por Dios (cf Mt 11, 20-24; 12, 41-42). La actitud con respecto al prójimo revelará la acogida o el rechazo de la gracia y del amor divino (cf. Mt 5, 22; 7, 1-5). Jesús dirá en el último día: "Cuanto hicisteis a uno de estos hermanos míos más pequeños, a mí me lo hicisteis" (Mt 25, 40).

 

679 Cristo es Señor de la vida eterna. El pleno derecho de juzgar definitivamente las obras y los corazones de los hombres pertenece a Cristo como Redentor del mundo. "Adquirió" este derecho por su Cruz. El Padre también ha entregado "todo juicio al Hijo" (Jn 5, 22; cf. Jn 5, 27; Mt 25, 31; Hch 10, 42; 17, 31; 2 Tm 4, 1). Pues bien, el Hijo no ha venido para juzgar sino para salvar (cf. Jn 3,17) y para dar la vida que hay en él (cf. Jn 5, 26). Es por el rechazo de la gracia en esta vida por lo que cada uno se juzga ya a sí mismo (cf. Jn 3, 18; 12, 48); es retribuido según sus obras (cf. 1 Co 3, 12- 15) y puede incluso condenarse eternamente al rechazar el Espíritu de amor (cf. Mt 12, 32; Hb 6, 4-6; 10, 26-31).

 

Resumen

 

680 Cristo, el Señor, reina ya por la Iglesia, pero todavía no le están sometidas todas las cosas de este mundo. El triunfo del Reino de Cristo no tendrá lugar sin un último asalto de las fuerzas del mal.

681 El día del Juicio, al fin del mundo, Cristo vendrá en la gloria para llevar a cabo el triunfo definitivo del bien sobre el mal que, como el trigo y la cizaña, habrán crecido juntos en el curso de la historia.

682 Cristo glorioso, al venir al final de los tiempos a juzgar a vivos y muertos, revelará la disposición secreta de los corazones y retribuirá a cada hombre según sus obras y según su aceptación o su rechazo de la gracia.

 

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La apostasía es la acción y efecto de apostatar. Apostatar, por su parte, significa abandonar o romper públicamente con la doctrina que se profesa. Por otra parte, Timoteo anuncia: “El Espíritu dice claramente que en los postreros tiempos algunos apostatarán de la fe, escuchando a espíritus engañadores y doctrinas de demonios (1 Timoteo, IV: 1). De allí que en Tesaloninces se alerte: “No os engañe nadie de ninguna manera, porque [Jesucristo] no vendrá sin que antes venga la apostasía, y se manifieste el hombre de pecado, el hijo de perdición” (2 Tesaloninces, II: 3).

 

En este sentido, la apostasía se relaciona con declinar de seguir el camino de la doctrina señalada por Jesucristo, bien sea por una renuncia voluntaria, bien sea en favor de seguir otros caminos espirituales que, desde luego, desde el punto de vista del cristianismo, contrarían la fe y la verdad de Dios.

Vision Profetica de San Juan Bosco

LAS DOS COLUMNAS

 

(Memorias Biográficas de San Juan Bosco, Tomo VII, págs. 169-171)

 

El 26 de mayo de 1862 Don Bosco había prometido a sus jóvenes que les narraría algo muy agradable en los últimos días del mes. El 30 de mayo, pues, por la noche les contó una parábola o semejanza según él quiso denominarla. He aquí sus palabras: «Os quiero contar un sueño. Es cierto que el que sueña no razona; con todo, yo que os contaría a Vosotros hasta mis pecados si no temiera que salieran huyendo asustados, o que se cayera la casa, se lo voy a contar para su bien espiritual. Este sueño lo tuve hace algunos días. Figúrense que están conmigo a la orilla del mar, o mejor, sobre un escollo aislado, desde el cual no ven más tierra que la que tienen debajo de los pies. En toda aquella superficie líquida se ve una multitud incontable de naves dispuestas en orden de batalla, cuyas proas terminan en un afilado  espolón de hierro a modo de lanza que hiere y  traspasa todo aquello contra lo cual llega a chocar. Dichas naves están armadas de cañones, cargadas de fusiles y de armas de diferentes clases; de material incendiario y también de libros, y se dirigen contra otra embarcación mucho más grande y más alta, intentando clavarle el espolón, incendiarla o al menos  hacerle el mayor daño posible.

 

A esta majestuosa nave, provista de todo, hacen escolta numerosas navecillas que de ella reciben las órdenes, realizando las oportunas maniobras para defenderse de la flota enemiga. El viento le es adverso y la agitación del mar favorece a los enemigos. En medio de la inmensidad del mar se levantan, sobre las olas, dos robustas columnas, muy altas, poco distante la una de la otra. Sobre una de ellas campea la estatua de la Virgen Inmaculada, a cuyos pies se ve un amplio cartel con esta inscripción: Auxilium Christianorum. Sobre la otra columna, que es mucho más alta y más gruesa, hay una Hostia de tamaño proporcionado al pedestal y debajo de ella otro cartel con estas palabras: Salus credentium. El comandante supremo de la nave mayor, que es el Romano Pontífice, al apreciar el furor de los enemigos y la situación apurada en que se encuentran sus leales, piensa en convocar a su alrededor a los pilotos de las naves subalternas para celebrar consejo y decidir la conducta a seguir. Todos los pilotos suben a la nave capitaneada y se congregan alrededor del Papa. Celebran consejo; pero al comprobar que el viento arrecia cada vez más y que la tempestad es cada vez más violenta, son enviados a tomar nuevamente el mando de sus naves respectivas.

 

Restablecida por un momento la calma, el Papa reúne por segunda vez a los pilotos, mientras la nave capitana continúa su curso; pero la borrasca se torna nuevamente espantosa. El Pontífice empuña el timón y todos sus esfuerzos van encaminados a dirigir la nave hacia el espacio existente entre aquellas dos columnas, de cuya parte superior todo en redondo penden numerosas áncoras y gruesas argollas unidas a robustas  cadenas. Las naves enemigas dispónense todas a asaltarla, haciendo lo posible por detener su marcha y por hundirla. Unas con los escritos, otras con los libros, con materiales incendiarios de los que cuentan gran abundancia, materiales que intentan arrojar a bordo; otras con los cañones, con los fusiles, con los espolones: el combate se torna cada vez más encarnizado. Las proas enemigas chocan contra ella violentamente, pero sus esfuerzos y su ímpetu resultan inútiles. En vano reanudan el ataque y gastan energías y municiones: la gigantesca nave prosigue segura y serena su camino. A veces sucede que por efecto de las acometidas de que se le hace objeto, muestra en sus flancos una larga y profunda hendidura; pero apenas producido el daño, sopla un viento suave de las dos columnas y las vías de agua se cierran y las brechas desaparecen.

 

Disparan entretanto los cañones de los asaltantes, y al hacerlo revientan, se rompen los fusiles, lo mismo que las demás armas y espolones. Muchas naves se abren y se hunden en el mar. Entonces, los enemigos, encendidos de furor comienzan a luchar empleando el arma corta, las manos, los puños, las injurias, las blasfemias, maldiciones, y así continúa el combate. Cuando he aquí que el Papa cae herido gravemente. Inmediatamente los que le acompañan acuden a ayudarle y le levantan. El Pontífice es herido una segunda vez, cae nuevamente y muere. Un grito de victoria y de alegría resuena entre los enemigos; sobre las cubiertas de sus naves reina un júbilo indecible. Pero apenas muerto el Pontífice, otro ocupa el puesto vacante. Los pilotos reunidos lo han elegido  inmediatamente; de suerte que la noticia de la muerte del Papa llega con la de la elección de su sucesor. Los enemigos comienzan a desanimarse. El nuevo Pontífice, venciendo y superando todos los obstáculos, guía la nave hacia las dos columnas, y al llegar al espacio comprendido entre ambas, la amarra con una cadena que pende de la proa a un áncora de la columna que ostenta la Hostia; y con otra cadena que pende de la popa la sujeta de la parte opuesta a otra áncora colgada de la columna que sirve de pedestal a la Virgen Inmaculada. Entonces se produce una gran confusión.

 

Todas las naves que hasta aquel  momento habían luchado contra la embarcación capitaneada por el Papa, se dan a la huida, se dispersan, chocan entre sí y se destruyen mutuamente. Unas al hundirse procuran hundir a las demás. Otras navecillas que han combatido valerosamente a las órdenes del Papa, son las primeras en llegar a las columnas donde quedan amarradas. Otras naves, que por miedo al combate se habían retirado y que se encuentran muy distantes, continúan observando prudentemente los acontecimientos, hasta que, al desaparecer en los abismos del mar los restos de las naves destruidas, bogan aceleradamente hacia las dos columnas, llegando a las cuales se aseguran a los garfios pendientes de las mismas y allí permanecen tranquilas y seguras, en compañía de la nave capitana ocupada por el Papa. En el mar reina una calma absoluta. Al llegar a este punto del relato, San Juan Bosco preguntó a Beato Miguel Rúa: —¿Qué piensas de esta narración? Beato Miguel Rúa contestó: —Me parece que la nave del Papa es la Iglesia de la que es Cabeza: las otras naves representan a los hombres y el mar al mundo. Los que defienden a la embarcación del Pontífice son los leales a la Santa Sede; los otros, sus enemigos, que con toda suerte de armas intentan aniquilarla.

 

Las dos columnas salvadoras me parece que son la devoción a María Santísima y al Santísimo Sacramento de la Eucaristía. Beato Miguel Rúa no hizo referencia al Papa caído y muerto y San Juan Bosco nada dijo tampoco sobre este particular. Solamente añadió: —Has dicho bien. Solamente habría que corregir una expresión. Las naves de los enemigos son las persecuciones. Se preparan días difíciles para la Iglesia. Lo que hasta ahora ha sucedido es casi nada en comparación a lo que tiene que suceder. Los enemigos de la Iglesia están representados por las naves que intentan hundir la nave principal y aniquilarla si pudiesen. ¡Sólo quedan dos medios para salvarse en medio de tanto desconcierto! Devoción a María Santísima. Frecuencia de Sacramentos: Comunión frecuente, empleando todos los recursos para practicarlos nosotros y para hacerlos practicar a los demás siempre y en todo momento. ¡Buenas noches! Las conjeturas que hicieron los jóvenes sobre este sueño fueron muchísimas, especialmente en lo referente al Papa; pero Don Bosco no añadió ninguna otra explicación. Cuarenta y ocho años después —en A.D. 1907— el antiguo alumno, canónigo Don Juan Ma. Bourlot, recordaba perfectamente las palabras de San Juan Bosco. Hemos de concluir diciendo que César Chiala y  sus compañeros, consideraron este sueño como una verdadera visión o profecía.

La Dictadura del Relativismo

"Tener una fe clara, según el Credo de la Iglesia, es etiquetado con frecuencia como fundamentalismo. Mientras que el relativismo, es decir, el dejarse llevar «zarandear por cualquier viento de doctrina», parece ser la única actitud que está de moda. Se va constituyendo una dictadura del relativismo que no reconoce nada como definitivo y que sólo deja como última medida el propio yo y sus ganas." Con estas palabras, y en momentos tan importantes en la historia de la Iglesia, como era el Conclave para elegir al sucesor de San Pedro, el entonces cardenal Joseph Ratzinger denunciaba uno de los males de nuestros tiempos: el relativismo.

 

Pensar en el relativismo es llevar nuestra mente al mundo de las ideologías hoy en boga. En el mundo europeo, laicizado y pragmático lo vemos en los debates de bioética, de la política, de la sociedad que trata de construirse un mundo sin Dios, como bien lo atestiguaba la exhortación apostólica post-sinodal Ecclesia in Europa: "La cultura europea da la impresión de ser una apostasía silenciosa por parte del hombre autosuficiente que vive como si Dios no existiera." En el mundo latinoamericano, vemos la barca de la fe zarandeada muchas veces por ideologías de signo marxista, con la teología de la liberación o la teología indigenista. Y en Asia y Oceanía la fe católica muchas veces se diluye y se pierde en el falso diálogo interreligioso.

 

Podemos encasillar fácilmente el relativismo en esos mundos de Dios, pero podemos pasar por alto nuestro mundo, el mundo religioso femenino. Imaginar que el relativismo religioso ha encontrado un nicho en la vida consagrada femenina pudiera parecer aventurado, quizás incluso criticado y visto con recelo. Y sin embargo, los hechos en la vida real nos demuestran otra cosa. Objeto de este artículo será el análisis del relativismo en la vida religiosa femenina. Partiendo de una definición del término y de su aplicación a la vida religiosa femenina, llegaremos a sacar conclusiones en base a los hechos que se dan desde el gobierno general hasta la vida cotidiana en las comunidades femeninas.

 

"Para que no seamos ya niños, llevados a la deriva y zarandeados por cualquier viento de doctrina" (Ef. 4, 14).

 

Junto con el Cardenal Ratzinger, podemos afirmar que el relativismo es no tener una fe clara, según el credo de la Iglesia. El hombre, a través de sus facultades, posee la capacidad de conocer y de hacer la verdad. Mediante la razón y la voluntad puede conocer y adherirse a las verdades que forman la esencia del mundo y la esencia de su ser. "La Sagrada Escritura contiene, de manera explícita o implícita, una serie de elementos que permiten obtener una visión del hombre y del mundo de gran valor filosófico. Los cristianos han tomado conciencia progresivamente de la riqueza contenida en aquellas páginas sagradas. De ellas se deduce que la realidad que experimentamos no es el absoluto; no es increada ni se ha autoengendrado. Sólo Dios es el Absoluto. De las páginas de la Biblia se desprende, además, una visión del hombre como imago Dei, que contiene indicaciones precisas sobre su ser, su libertad y la inmortalidad de su espíritu." Es por tanto, a través de la Revelación que el hombre puede conocer la verdad sobre el mundo y la verdad sobre sí mismo.

 

Las facultades del hombre han quedado heridas por el pecado original y si bien redimidas por Cristo, no escapan a la huella que en ellas ha dejado este pecado, por lo que no siempre tienden a la verdad, dejándose guiar muchas veces por los instintos, las pasiones, los intereses propios. De esta manera, la razón y la voluntad pueden desviarse de su objetivo que es conocer y hacer la verdad. "Debido al misterioso pecado del principio, cometido por instigación de Satanás, que es «mentiroso y padre de la mentira» (Jn 8, 44), el hombre es tentado continuamente a apartar su mirada del Dios vivo y verdadero y dirigirla a los ídolos (cf. 1 Ts 1, 9), cambiando «la verdad de Dios por la mentira» (Rm 1, 25); de esta manera, su capacidad para conocer la verdad queda ofuscada y debilitada su voluntad para someterse a ella. Y así, abandonándose al relativismo y al escepticismo (cf. Jn 18, 38), busca una libertad ilusoria fuera de la verdad misma."

 

En el pasado muchas doctrinas e ideologías pretendían ofrecer una solución errónea pero sólida a la pregunta sobre el sentido de la vida. Sin embargo, "el relativismo, que es la principal característica que distingue al mundo así llamado postmoderno… esconde o banaliza la meta misma, afirmando que la cuestión sobre el sentido de la vida <<no tiene sentido>>." De esta manera " la fuerza salvífica de la verdad es contestada y se confía sólo a la libertad, desarraigada de toda objetividad, la tarea de decidir autónomamente lo que es bueno y lo que es malo."

 

El relativismo se presenta por tanto como un mal de nuestros tiempos. Sin detenernos en un análisis exhaustivo de sus orígenes históricos, podemos señalar que la filosofía ha jugado un papel importante para el nacimiento de esta ideología. La filosofía moderna, en lugar de apoyarse en la capacidad que tiene el hombre para conocer la verdad, ha subrayado y hasta exasperado, los límites y los condicionamientos de esta capacidad, de forma que niega en muchas ocasiones no sólo la capacidad de conocer la verdad, sino la existencia de la verdad misma. "La pregunta de Pilato: "¿Qué es la verdad?", emerge también hoy desde la triste perplejidad de un hombre que a menudo ya no sabe quién es, de dónde viene ni adónde va."

 

Bajo esta ideología, si la verdad no existe, o es difícil de alcanzar, cada persona se erige como centro de la verdad. No existen por tanto puntos fijos, coordenadas seguras, ya que cada persona construye su propio esquema de vida, no bajo principios objetivos, los cuales no existen o no pueden existir, sino bajo las circunstancias cambiantes del mundo y su adecuación al momento en el que se vive. Una vida en la cual se busca más el sobrevivir, que el vivir bien. La ética o el arte del buen vivir queda relegado como un objeto de anticuariato. "La legítima pluralidad de posiciones ha dado paso a un pluralismo indiferenciado, basado en el convencimiento de que todas las posiciones son igualmente válidas."

 

No existen por tanto los principios para el relativismo, sino solamente situaciones, momentos fugaces, oportunidades. La barca de la vida está al vaivén de cualquier doctrina o pensamiento, podemos afirmar que está a merced del último impostor, o de la ideología en boga, como recordaba el Cardenal Giacomo Biffi: "Tal parece que las ideologías, para ser creídas deben ser como los huevos, es decir, del día"

 

"… a merced de la malicia humana y de la astucia que conduce engañosamente al error." (Ef. 4, 14).

 

Centrando nuestro análisis en el período post-conciliar, vemos como la vida religiosa femenina ha sido zarandeada por quienes quisieron interpretar los documentos conciliares, sin tomar como referencia el evangelio, la tradición de la Iglesia y el Magisterio. La puerta al relativismo quedó abierta cuando según estos teólogos, se interpretó el aggiornamento y la renovación por cambio esencial.

 

Ya Pablo VI, con ojo avizor, había tomado el pulso a cierta renovación que algunas congregaciones religiosas estaban dando, sin tomar en cuenta los puntos esenciales de la vida consagrada, circunscritos en el Decreto Perfectae caritatis. Múltiples y variadas fueron las interpretaciones que se siguieron de estos números, dejando a los Institutos religiosos y a las congregaciones al vaivén de las interpretaciones personales, en lugar de tener una fe clara, según el Credo de la Iglesia.

 

Así vemos con tristeza como algunas congregaciones religiosas han dejado a un lado la vida de oración, han interpretado humanamente los votos religiosos y se han olvidado de ver la vida fraterna en comunidad como un misterio y como un don de Dios.

 

Si bien es cierto que los constantes cambios del mundo obligan a la vida consagrada a su adaptación, esta adaptación no toca la esencia y el carisma de la vida consagrada, esto es, el seguimiento más cercano de Jesucristo. Adaptarse a los cambios no es dejar lo esencial, sino que es modificar lo accidental para que lo esencial siga brillando. Lo contrario es seguir el juego al relativismo, dejándose llevar por las interpretaciones y las doctrinas de moda.

 

Podríamos mencionar muchísimos más aspectos en los cuales el relativismo ha ido influenciando a la vida religiosa femenina en el período de la renovación. Bástenos mencionar dos más, que considero esenciales para entender la situación por la que atraviesa la vida consagrada femenina.

 

Al dejar a un lado los principios esenciales de la fe, caen por sí solo las estructuras y los medios que llevaban a vivir mejor la vida consagrada. Si cada opinión vale lo mismo que cualquier otra, si nadie tiene la verdad absoluta y todos poseen una parte de esa verdad, entonces, nadie puede estar seguro de poseer la verdad. De esta manera la tradición y el magisterio de la Iglesia han sido duramente contestados en este período. Si la Iglesia había expresado su pensamiento sobre la vida consagrada, y de hecho el período del post-Concilio ha sido rico en la producción de una Teología de la vida consagrada, no han faltado mujeres consagradas que han preferido seguir líneas en disonancia, sino es que totalmente opuestas, a lo que la Iglesia entiende por vida consagrada. Hay quienes aún están buscando lo que deberá ser la vida consagrada en el futuro, suponiendo que pueda cambiar lo que en esencia no puede cambiar.

 

Otro aspecto del relativismo ha sido el mismo apostolado. Si nadie posee la verdad absoluta, la persona de Jesucristo no es el único salvador de la humanidad. Todas las religiones, según el pensamiento relativista, poseen una cierta verdad, por lo que no puede establecerse la prioridad de una sobre las demás. La religión católica viene a considerarse como una propuesta entro otras muchas y no como la religión que salva. De ahí el carácter apagado, lánguido, casi difuminado de un apostolado que se contenta con no molestar a los demás, en lugar de ser testimonio de la Verdad.

 

"… antes bien, siendo sinceros en amor, crezcamos en todo hasta Aquel que es la Cabeza, Cristo." (Ef. 4, 15).

 

La persona consagrad está llamada, ante todo, a seguir a Jesucristo, de modo tal que pueda configurar su vida con la de Cristo mismo: "En la mirada de Cristo (cf. Mc 10, 21), «imagen de Dios invisible» (Col 1, 15), resplandor de la gloria del Padre (cf. Hb 1, 3), se percibe la profundidad de un amor eterno e infinito que toca las raíces del ser. La persona, que se deja seducir por él, tiene que abandonar todo y seguirlo (cf. Mc 1, 16-20; 2, 14; 10, 21.28). Como Pablo, considera que todo lo demás es « pérdida ante la sublimidad del conocimiento de Cristo Jesús », ante el cual no duda en tener todas las cosas « por basura para ganar a Cristo » (Flp 3, 8). Su aspiración es identificarse con Él, asumiendo sus sentimientos y su forma de vida. Este dejarlo todo y seguir al Señor (cf. Lc 18, 28) es un programa válido para todas las personas llamadas y para todos los tiempos."

 

Si esta es la aspiración de toda persona consagrada, deberá fundamentar su vida en una fe clara, según el Credo de la Iglesia. Esta fe tiene que permear todas las circunstancias y acontecimientos de su vivir diario, de forma que pueda exclamar con San Pablo "vivo yo, pero no soy yo quien vive, sino es Cristo que vive en mí." Pero vivir la fe clara, como hemos visto, no es fácil. Puede desviarse por falsas interpretaciones o por su misma voluntad, que sin quererlo, puede alejarlo de la verdad y erigirse a sí mismo como centro de toda decisión.

 

Antes que nada, es necesario formar una recta conciencia que permita a la persona consagrada conocer en dónde está el mal y en dónde está el bien. Una vez que se tenga la conciencia rectamente formada, deberá ilustrarse constantemente esta conciencia, con la doctrina de la fe clara, que se encuentra en el Credo de la Iglesia, esto es, en la tradición y en las mismas enseñanzas de la Iglesia. Todo ello conformará para la persona consagrada unos principios de vida. Guiarse por principios es la piedra angular para no dejarse llevar por el relativismo. Estos principios representan para la persona consagrada la doctrina de la Iglesia sobre aspectos fundamentales y esenciales de la vida consagrada, como por ejemplo: los votos religiosos o vínculos sagrados por los que se une más íntimamente a Cristo, la vida fraterna en comunidad, el apostolado, la oración.

 

Estos principios no quedan a la interpretación de cualquier persona, sino que vienen a sintetizarse en las Constituciones y la regla de vida. La persona consagrada puede acceder a estos documentos y aprender a vivir de acuerdo a ellos, con el fin de vivir el objetivo fundamental de su consagración, esto es, conseguir que Cristo se haga más presente en su vida, hasta lograr tener los mismos sentimientos que Él, tener las mismas actitudes y el mismo estilo de vida que tuvo Jesucristo.

 

Es este un trabajo arduo que requiere de humildad y fe. El relativismo quiere erigirse como centro de toda la verdad, exasperando un individualismo que no conoce frontera alguna. Quien quiera vivir de acuerdo a principios, es necesario que tenga la suficiente humildad para comprender que hay un Creador que está por encima de nosotros y que hacer en todo referencia al Creador no es servilismo, sino reconocimiento de una verdad fundamental. Necesaria será también la fe, para ver en esos principios la voluntad de Dios.

 

La forma práctica de vivir por principios será la de vivir de acuerdo a lo marcado por las Constituciones y la regla de vida, ya que ahí se encierra la voluntad de Dios para cada persona consagrada, de forma que haciendo vida de su vida, lo que ahí viene indicado, podrá alcanzar fácilmente su configuración con Cristo, sin temor alguno de dejarse zarandeada por cualquier viento de doctrina.

Infiltracion del Modernismo en la Iglesia

El modernismo es una crisis del pensamiento católico que se manifestó a finales del siglo XIX y comienzos del XX, que pretendía conciliar la fe con algunos principios de la «filosofía moderna» y con ciertas teorías de la crítica histórica.

 

Las notas principales que lo definen son: agnosticismo, sentimentalismo, heredado del protestantismo liberal, inmanentismo y la exaltación humanista. Para entender su desarrollo habría que retrotraerse a Lutero, o incluso a Erasmo de Rotterdam, que bien podría ser el primer modernista, el primer demócrata cristiano. Ploncard d´Assac recoge una expresión muy esclarecedora: “Erasmo puso el huevo y Lutero lo empolló”.

 

El error protestante tuvo su versión laica en el subjetivismo gnoseológico kantiano y, de aquí, en la doble orientación del idealismo trascendental de Fichte-Schelling-Hegel, que subordinaba la religión a la filosofía y del irracionalismo fideista (más cercano a Kant) de Schleiermacher, que ponía la esencia de la religión en el «sentimiento» individual de lo divino.

 

La gravedad del error dogmático del modernismo está toda ella en su principio fundamental. Es un cambio radical de la noción misma de «verdad», de «religión» y de «revelación»: la esencia de este cambio está en la aceptación incondicionada del «principio de inmanencia» que funciona como fundamento del pensamiento moderno. Abandona la verdad cristiana a la contingencia de la cultura humana y de la experiencia subjetiva.

 

¿Podría citar las principales encíclicas y documentos eclesiásticos que condenan expresamente el modernismo?

 

San Pío X publicó la Encíclica “Pascendi”, condenando la doctrina modernista. Constituyó un acto magisterial único en su especie pues el Pontífice no sólo condenaba un error, sino que, exhaustivamente y desde sus raíces más profundas exponía la doctrina que condenaba. En efecto, las doctrinas modernistas no habían sido presentadas por sus autores como un sistema orgánico. Sin embargo, en la Encíclica el Pontífice muestra cómo aquella amalgama de errores responde a una raíz común que encierra grave peligro para la fe católica.

 

Fue precedida del decreto Lamentabili que condena 65 proposiciones en su mayoría de obras de Alfred Loisy. Por la naturaleza y profundidad del documento el historiador jesuita Ludwig Hertling dijo que la Encíclica “Pascendi” es una obra maestra en su género, digna de ocupar un puesto al lado del Tomus ad Flavianum de León el Grande y del decreto tridentino sobre la justificación.

 

También destaca el gran asombro que causó entre los mismos modernistas el conocimiento profundo que el Pontífice mostró tener de la doctrina que condenaba.

 

Antes que San Pío X, hay dos documentos publicados conjuntamente por Pio IX (“Quanta cura” y el “Syllabus”) que son fundamentales. Incluso  “Mirari vos” y “Singulari vos” de su predecesor, otro gran Papa, Gregorio XVI son necesarios para comprender los precedentes. Se podría afirmar que Pío IX combatió el error cuando se insinuaba en el mundo y Pío X lo atajó cuando pugnaba por adueñarse de la Iglesia. Tienen más de un siglo, pero para entender lo que pasa hoy en la Iglesia hay que volver a leer estos documentos. De aquellos polvos, vinieron estos lodos.

 

¿Por qué San Pío X definió el modernismo como el compendio de todas las herejías?

 

Decía el admirado padre Santiago Ramírez O.P. que las desviaciones doctrinales en materia religiosa en nuestros tiempos modernos tienen por característica «el ser fundamentales y de una cierta universalidad». Es cierto que hubo momentos en la historia de la Iglesia que la herejía era poderosa pero el error se circunscribía a uno u otro dogma o verdad de fe: la divinidad de Jesucristo, el pecado original, la Presencia real de Cristo en el Sacramento del Altar... Ahora el error es más radical, afecta a toda verdad de fe, porque pretenden reformular todo a la luz de los nuevos tiempos. Por todo eso San Pío X calificó al modernismo de compendio de todas las herejías, “omnium haereseon collectum”

 

El P. Ramírez dice que el modernismo invadió toda la religión cristiana, sometiéndola a una transformación radical, según las leyes de la evolución vital, que consiste en un puro cambio. Se trataba de denostar todo intelectualismo, porque el intelecto es radicalmente incapaz de percibir la realidad como es en sí. Es una de las notas del modernismo: el agnosticismo.

 

La única vía de acceso a la verdad es la experiencia individual, íntima. Puro inmanentismo.  La revelación, la fe, los dogmas todos no son más que vivencias más o menos conscientes y transfiguradas de nuestra experiencia religiosa. Las fórmulas llamadas dogmáticas carecen de todo valor y de toda verdad absoluta: son meros símbolos o imágenes de los objetos de nuestra fe, creados por el sentido religioso. Son siempre provisionales y de un valor puramente relativo. No existe ni puede existir una verdad absoluta. Todo es puro cambio, como la vida misma. Por eso cambia eso que llamamos verdad, a tenor de la vida y las circunstancias.

 

El modernismo -señala la Pascendi- mina el carácter sobrenatural de la Iglesia «no desde fuera, sino desde dentro… en sus mismas entrañas» Un error como esté no afecta a una verdad de fe sino a todo el depósito de la fe que custodia la Iglesia católica. Es la herejía de todas las herejías. No es un tumor, es la metástasis…

 

¿Quiénes fueron los principales representantes del modernismo?

 

Una reflexión sobre los aspectos existenciales de los protagonistas de este naufragio espiritual –casi todos clérigos- retrata muy bien las consecuencias del modernismo en la vida de un creyente.

 

Los máximos representantes del error fueron en aquellos comienzos del siglo XX: Alfred Loisy, Blondel, el Barón Friedrich von Hügel, íntimo amigo de Loisy y de Maurice Blondel, el P. Duchesne, Albert Houtin, sacerdote también y muy estudioso en el campo de la historiografía, Le Roy y Marcel Héber, en el campo de la filosofía. Mons. Mignot -más tarde arzobispo de Albi-, que será siempre un defensor del movimiento, aunque procure moderar sus excesos; el Abbé Birot, su futuro Vicario General. En Italia Romulo Murri, considerado padre de la democracia cristiana, otros dos sacerdotes: Giovanni Semeria y Ernesto Buonaiuti y un laico: Antonio Fogazzaro con su deletérea obra “El Santo”. En Inglaterra el Padre George Tyrrell, hombre torturado de dudas.

 

Se dice que Alfred Loisy, el más importante de ellos, perdió la fe ya en el Seminario, pero, en general, de los demás modernistas que habían sido hombres de fe en un momento dado, pierden la fe. Una frase suya tristemente célebre es el lamento: “Cristo predicó el Reino de Dios, y lo que vino fue la Iglesia”. Afirmaba sin rodeos que Cristo no quiso en ningún momento fundar la Iglesia. El Padre Tyrrell, jesuita irlandés, concibió el modernismo como un cristianismo que sintetizaría las verdades religiosas y las verdades de la ciencia moderna. Afirmaba que los dogmas debían irse adaptando con el tiempo de acuerdo con las necesidades de la vida misma.

 

La Compañía lo expulsó en 1906. Sin un obispo que lo incardinara en su diócesis, quedó suspendido a divinis. Tyrrell no se sometió y esto le valió la excomunión.  Se dice que al final de su vida, ya muy enfermo, se le veía en la iglesia cercana a su casa, sentado en el último banco llorando, posiblemente, por la fe perdida.

 

A partir de la Pascendi el movimiento se dispersó. Tyrrell murió en 1909. Loisy pasó abiertamente al racionalismo abandonando el sacerdocio y la Iglesia, como antes habían hecho ya Houtin, Hébert y Murri y como habría de hacer más tarde Buonaiuti (1926), el último representante del modernismo católico.

 

 ¿Cuáles son las ideas modernistas que se fueron extendiendo hasta nuestros días?

 

Las intenciones modernistas son de máxima actualidad entre teólogos y pastores desde ya antes del Concilio Vaticano II y también en sus peregrinas interpretaciones posteriores. Un intento de reformulación de la fe para adaptarla al hombre moderno, para hacerla más atractiva y cercana a sus problemas. Fue un intento de renovación de la exégesis, de la historia y de la teología en la perniciosa estela de un pensamiento que sospecha de todo dogmatismo y que estaba familiarizado con los nuevos métodos de interpretación de los textos.

 

No sería comprensible la crisis modernista, sin tener presente la generalización del racionalismo y del agnosticismo en el pensamiento occidental, a partir de Kant. Tal pensamiento había ejercido un fuerte influjo sobre la teología protestante alemana, gestando así en su seno al llamado protestantismo liberal que acabó negando absolutamente todo: la inspiración de la Sagrada Escritura, los milagros, la divinidad de Cristo, los sacramentos; y presentando la Biblia como una piadosa colección de experiencias religiosas intimistas.

 

Para Sabatier, la esencia del cristianismo reside «en una experiencia religiosa, en una revelación íntima de Dios obrada por primera vez en el alma de Jesús de Nazaret, que se verifica y repite, sin duda menos luminosa, pero claramente reconocible, en el alma de todos sus verdaderos discípulos». Jesús sintió con Dios una relación filial, mirándolo como a Padre. Es decir, Jesucristo se sintió hijo de Dios, pero nada más. Así pues, los dogmas no serían más que la transposición de las propias emociones en una noción intelectual que es su imagen expresiva, su envoltura, y, por tanto, no hay duda de que siempre sería un elemento variable y sujeto a cambio de dos errores: agnosticismo e inmanentismo. El agnosticismo kantiano se difundió y muchos pensadores católicos fueron salpicados por ese corrosivo impulso.

 

¿De qué manera podemos contrarrestar este modernismo tan presente en la Iglesia?

 

La fe de los modernistas es una creación inmanente de la propia experiencia religiosa. Es decir, cuando los modernistas hablan de fe, hablan de un conocimiento, que no puede trascender el orden natural. La teología y los dogmas sobran.

 

Un gran filósofo y teólogo italiano, el Padre Cornelio Fabro, estimaba, en 1974, que la teología había sido reducida en antropología. El «giro antropológico» formulado por Karl Rahner ha impregnado la cultura teológica y filosófica dominante del catolicismo contemporáneo. Los grandes maestros de la vida ascética y mística, verdaderos hombres y mujeres de fe, en ninguna cosa ponen más cautela que en estas internas mociones sentimentales, desconfiando de ellas, llevados por la experiencia de lo difícil que es discernir los verdaderos sentimientos religiosos y sobrenaturales de las ilusiones producidas por una imaginación exacerbada, por los fantasmas de la exaltación pietista o incluso por la debilidad de cabeza.

 

Quien no profese la fe católica íntegramente debe rezar mucho y pedirla con lágrimas. Quien la posea que la guarde con celo porque es un don que hemos recibido y que llevamos en vasijas de barro. Siguiendo la imagen de San Pablo, cabe decir que las vasijas son frágiles, se pueden quebrar y derramarse su contenido. Hay que cuidar la fe: oración, sacramentos y estudio de la sana doctrina católica. La teología modernista parte de un desprecio de la recta filosofía recomendada por la Iglesia católica como base para los estudios teológicos; da primacía a la experiencia íntima, con lo que reduce la fe sobrenatural a experiencia natural.

 

Volvamos a la vigorosa sencillez de la abstracción aristotélico-tomista. No puede ser teólogo quien no tuviera la fe verdadera, ni es verdadera teología la de los herejes, pues en Teología no se procede sólo mediante la razón, sino también mediante la fe, de la que no puede carecer quien aspire a hacer Teología.

Indiferentismo Religioso

Etimológicamente, i. significa no tomar posición por una cosa o su contraria, no determinarse en un sentido ni en otro. En el campo religioso posee dos significaciones diferentes entre sí: una, que podría ser denominada como i. religioso clásico y que se extiende fundamentalmente a lo largo de los s. XVIII, xix y parte del xx, es definida por la enc. Libertas de León XIII (20 jun. 1886) como «el sistema doctrinal que enseña que cada uno es libre de profesar la religión que mejor le parezca e incluso de no profesar ninguna». La otra se refiere al i. religioso que se ha extendido en estos últimos años y del que hace mención expresa la Const. Gaudium et spes del Conc. Vaticano 11 cuando afirma: «Otros ni siquiera se plantean el problema de la existencia de Dios, porque, al parecer, no sienten inquietud religiosa alguna y no llegan a percibir el motivo de preocuparse por el hecho religioso» (19,2). Aunque ambas significaciones hacen referencia expresa a una actitud psicológica, a una mentalidad en la que la dimensión religiosa carece de valor alguno, no obstante las características de una y otra actitud son tan diferentes que no conviene tratar de ambos tipos de i. bajo un mismo e idéntico epígrafe.

     

      1. Indiferentismo religioso clásico. Este i. se enfrenta de una forma directa con el problema de la religión adoptando frente a él una actitud netamente especulativa y teórica. Implica ciertamente una actitud ética y en sus génesis histórica han intervenido también problemas morales, pero en su estructura depende de una concepción filosófica sobre Dios y la religión perfectamente determinada, concepción que le induce, en su forma más absoluta, a juzgar como indiferente e innecesario el poseer o no una religión y, en su forma más relativa, a afirmar ciertamente la necesidad de la religión, pero considerando como indiferente el practicar ésta o la otra. Este tipo de i., ya adopte la forma absoluta o la relativa, no se enfrenta directamente con el tema de Dios sino más bien con el tema de la religión, aunque radicalmente esta actitud frente a la religión no sea más que una consecuencia de su concepción de Dios. Se admite ciertamente la existencia de Dios, pero Dios es considerado como alejado de este mundo de tal forma que ni este mundo necesita en la actualidad de la presencia activa y dinámica de Dios, ni Dios pide nada de este mundo ni de los hombres. Esta forma de concebir a Dios, tan alejada de la verdadera filosofía -y, no digamos, del mensaje cristiano sobre el Dios Trino que ama a los hombres-, es un producto de la filosofía más influyente en el s. xvlil, el deísmo (v.).

     

      a) Indiferentismo absoluto. El deísmo dice que Dios es un ser inaccesible, lejano, que no se ocupa ni preocupa del mundo ni interviene en el desarrollo de la historia. Según la afirmación del deísta inglés T. Chubb (1679-1747) «Dios es un ser que no tiene por qué ocuparse del bien o del mal que existe entre los hombres, ni la Providencia se inquieta por saber si algunos hombres viven en la felicidad mientras que otros se encuentran en la miseria; nada de esto le corresponde». Las raíces de este error acerca de Dios se encuentran en dos de las corrientes filosóficas que más han influido en el pensamiento moderno: el racionalismo (v.) tal como se manifiesta en el mecanicismo (v.), que trata de explicar todo suceso del universo a través del juego de sus propias leyes y fuerzas sin recurso alguno a elementos extraños y prescindiendo, por lo mismo, de la Providencia (v.); y el neoplatonismo (v. NEOPLATÓNICOS) presente en las corrientes místicas alemanas y en el agnosticismo (v.) nominalista que dio origen a una concepción de Dios como un ser absolutamente alejado del hombre y del mundo, de tal manera que todo cuanto a Él se refiere rebasa el alcance de nuestra inteligencia: la esfera de lo divino es una esfera con respecto a la que el hombre carece de absoluta competencia. Partiendo de esta concepción de Dios, la religión (v.), como radical religación del hombre con Dios, se presenta como carente de sentido. La religión -se piensa, pues- no dice o expresa una relación ontológica del hombre con Dios sino que es una construcción netamente humana y cerrada sobre sí misma al igual que las diversas construcciones artísticas, literarias o ideológicas. Esta forma de concebir la religión lleva o a negarla o a justificarla, pero no por sí misma sino por su eventual utilidad tanto ética como política e incluso artística. No es el aspecto objetivo o doctrinal el que les interesa a la hora de considerar la religión sino el aspecto pragmático. Son netamente representativos de este tipo de indiferentismo religioso Montesquieu (v.), Voltaire (v.) y, al menos en algunos de sus escritos, Rousseau (v.).

     

      La religión, vaciada de su contenido más profundo, cual es su relación ontológica con Dios, pasará a ser considerada en el s. xix y parte del xx como una construcción humana y se pretenderá estudiarla como si fuera un hecho sociológico o psicológico más. Bajo la influencia de las corrientes evolucionistas, sociológicas o psicológicas fue considerada como el estadio más primitivo del ' desarrollo mental humano, o como el producto de ciertas relaciones económicas o sociales típicas del capitalismo, o sencillamente como un subproducto de la frustración de los deseos más íntimos de la persona humana (v. RELIG1óN 1, 3). En todas estas concepciones la religión es considerada como algo no consustancial al hombre, sino como un sencillo fruto de ciertas anormalidades sociales o psicológicas y que se extinguirá cuando se agoten o supriman las causas que le han dado origen. Tal es la posición, entre otros muchos, de Comte (v.), Marx (v.), Freud (v.), etc.

     

      El i. se encuentra también profesado en el campo de la filosofía de los valores. Diversos representantes de esa filosofía se plantearon, frente al positivismo, etc., el tema de la originalidad del valor religioso. Algunos supieron captarlo, reafirmando así la peculiaridad de la religión frente a todo reduccionismo psicológico, etc. Otros lo negaron. Entre estos últimos está en neokantismo de la escuela de Marburgo con H. Cohen y P. Natorp. Cohen afirma expresamente: «La unidad del sistema no deja ninguna laguna que pudiera ser llenada con la religión, ni en cuanto a los miembros del sistema que se ven satisfechos por la ética, ni en cuanto a las direcciones de la conciencia que engendran el contenido cultural, las cuales parecen ser absorbidas por el conocimiento, la voluntad y el sentimiento, todos tres en estado puro. Así, pues, la religión no tiene una posición independiente; no existe una clase especial de valores religiosos». La escuela de Baden, por otra parte, considera lo religioso como una síntesis de los valores lógicos, éticos y estéticos, pero careciendo, en todo caso, de consistencia y originalidad propia. Tal es la concepción, p. ej., de Windelband y de J. Cohn.

     

      Para responder y criticar a este i. absoluto frente a la religión no hemos de situarnos ante sus manifestaciones más externas sino ante su concepción más profunda cual es la teoría del conocimiento, clave que sostiene todo sistema filosófico. Todas estas concepciones filosóficas no llegan a captar lo religioso en su dimensión más profunda como es la religación ontológica; al perderse la realidad en cierto modo con el racionalismo y con Kant (v.) y el consiguiente agnosticismo (v.) se pierde igualmente la profundidad ontológica del hecho religioso y lo que sige considerándose como religión no será la auténtica religión sino una estructura totalmente externa y vacía de todo contenido, es decir, su cadáver. Para una exposición de la doctrina positiva, v. DIOS IV; RELIGIÓN 111.

     

      b) Indiferentismo relativo. Al lado del i. absoluto existe otro tipo que hemos denominado relativo por enfrentarse no directamente con el hecho religioso en sí, sino con sus expresiones institucionales como son las diversas religiones. Se reconoce ciertamente la necesidad de la religión, el hecho de que el hombre necesariamente ha de honrar a Dios; sin embargo, se afirma una actitud de indiferencia precisamente respecto a la forma de honrarle. La religión es considerada en su dimensión de horizontalidad, es decir, como aquel sistema de dogmas, preceptos y ritos a través de los cuales el hombre intenta expresar su radical religación con Dios. La religión es vista, pues, como algo abierto hacia Dios, expresión de esta relación ontológica que el hombre tiene con su creador. Sin embargo, se piense que esa expresión considerada en sí misma es algo totalmente relativo y accidental y por lo mismo es absolutamente indiferente el seguir una u otra forma religiosa; todas las religiones en cuanto manifestaciones de nuestra religación con Dios son fundamentalmente iguales.

     

      Esta actitud tiene su fundamento en una concepción racionalista, que rechaza toda Revelación (v.) y, en términos más generales, toda determinación positiva de ritos, etc., y tiende a reducir la religión a los elementos esenciales captables por la vía del discurso racional. También influyen en ella el logicismo según el cual la verdad de una religión no está en una «adequatio ad Deum», según decía la más fiel tradición de la filosofía clásica, sino en la mera relación lógica que reina entre sus elementos intrínsecos según la filosofía kantiana y posteriormente en todo el neopositivismo lógico. Los conceptos metafísicos son vaciados de todo contenido que nos ponga en contacto directo e inmediato con la misma realidad; lo único que llega a considerarse como realmente válido en dichos conceptos metafísicos es su funcionalidad. Analizadas las diversas religiones bajo este aspecto lógico y estructural llega a extinguirse, a desaparecer cualquier diferencia entre ellas: toda religión pasa a ser un sistema lógico en forma alguna superior o inferior a cualquier otro, simplemente son sistemas diferentes al igual que los diversos sistemas geométricos no-euclidianos. En consecuencia, todas las religiones son absolutamente iguales, siendo indiferente, por lo mismo, el practicar una u otra.

     

      Igualmente radical es la posición filosófica de Schleiermacher (v.) considerando la religión como el sentimiento de nuestra pertenencia a la totalidad del universo. Las diversas religiones, afirma, no son más que formas accidentales a través de las cuales se expresa este sentimiento; meras actitudes del sujeto ajenas a toda medida y verificación objetiva. A partir de estos presupuestos únicamente se hablará de la religión universal y de sus diversas formas históricas sin que tenga sentido el plantearse el problema de la verdadera o falsa religión; todas las religiones son igualmente verdaderas y es indiferente el practicar ésta o aquélla.

     

      Magisterio de la Iglesia. Ante esta actitud de i. religioso la Iglesia católica ha reaccionado con energía a lo largo de todo el s. xix. En esa época tanto el liberalismo (v.) religioso como el ¡.,aunque totalmente diversos entre sí, se presentan siempre unidos y las condenaciones de la Iglesia parecen referirse por igual a uno y otro, si bien el objetivo más directo es el indiferentismo. En sustancia el Magisterio define que el tema de la verdad religiosa no es algo ante lo que el hombre pueda permanecer indiferente como si todas las religiones fueran equivalentes: el hombre, que es capaz de alcanzar la verdad, está obligado a buscarla y, específicamente, está obligado a hacerlo en el orden religioso lo que, con la gracia divina, le conducirá a la Iglesia católica que ha sido querida por Dios como camino universal de salvación. Se pronuncian claramente contra el i. León XII en la enc. Ubi primum (5 mayo 1824: Denz.Sch. 2720) y Gregorio XVI en la ene. Mirar¡ vos (15 ag. 1832: Denz.Sch. 2730. Y luego Pío IX lo condenará en repetidas ocasiones, en las ene. Qui pluribus (9 nov. 1846; Denz.Sch. 2785) y Quanto coniiciamur (10 ag. 1863; Denz.Sch. 28652867), en la aloe. Singular¡ quadam (9 dic. 1854) y en el Syllabus (8 die. 1864; Denz.Sch. 2915-2918) y León XIII en su enc. Immortale Dei (1 nov. 1885).

     

      El modernismo teológico (v.), considerando a todas las religiones como igualmente verdaderas por expresarse a través de ellas la misma experiencia o sentimiento religioso, continúa la línea de ese mismo i. teórico (cfr. Denz.Sch. 3492). Incluso en nuestros días podemos encontrarlo de una forma más o menos explícita en el llamado movimiento de secularización. Es cierto que en este movimiento ya no se puede hablar expresamente de indiferencia religiosa, sino más bien de negación absoluta de toda religión por considerar a ésta como simple incredulidad e incluso como una idolatría. Se habla de «fe sin religión», de «cristianismo no religioso», etc., y oponiendo, en todo caso y de la forma más radical, la fe cristiana a toda religión. Se recogen ahí, extremándolas, ideas de K. Barth (v.) según las cuales la religión se opone radicalmente a la revelación en cuanto que la religión es considerada como el esfuerzo que hace el hombre por justificarse a sí mismo prescindiendo absolutamente de Dios, y se acaba manteniendo una postura en la que los elementos dogmáticos desaparecen y la actitud cristiana se reduce a una imitación de Cristo considerado como «hombre para los hombres», es decir, a un vago humanismo de signo cristológico (v. SECULARIZACIÓN; RADICAL, TEOLOGÍA). El i. típico del s. xtx pervive por lo demás en diversos planteamientos agnósticos, en el permisivismo social, etc. La Iglesia ha reiterado la doctrina en el Conc. Vaticano II, Const. Lumen gentium, 13 y 16; Const. Gaudium et spes, 15-19; Decl. Dignitatis humanae, 1.

     

      Para un desarrollo más amplio de la doctrina católica sobre el tema pueden verse las voces SALVACIÓN; RELIGIÓN III; FE V; IGLESIA II, 2 y in, 2.

     

      2. Indiferentismo religioso actual. El i. práctico ajeno a todo planteamiento intelectual que tiende hoy a difundirse es presentado por la Const. Gaudium et spes como una de las formas más radicales de ateísmo (v.), puesto que ya no se enfrenta directamente con el problema de la existencia de Dios o con el de su conocimiento, sino que ataca directamente el sentido mismo de estos problemas: el tema de Dios (v.) al igual que el de la religión son considerados como temas vacíos de sentido y, por lo mismo, carentes de todo valor e interés. No es que se les niegue directa y expresamente, se les ignora por no considerarlos como algo representativo dentro de la vida del hombre. El indiferente, en el sentido en que ahora lo consideramos, es un hombre que dice carecer de inquietud y sensibilidad religiosa y, por lo mismo, afirma que todo cuanto dice relación al aspecto religioso es inútil y superfluo (cfr. A. Lang, Teología fundamental, I, Madrid 1966, 78-82).

     

      En la apreciación de ese hecho sociológico se han dado frecuentes exageraciones, que llegan hasta el extremo de sostener que el hombre característico de nuestra época es indiferente a lo religioso, lo que contradice claramente la experiencia, que nos manifiesta en amplísimos sectores de la sociedad una fuerte pujanza de los ideales religiosos, a veces bajo formas esotéricas, otras muchas más como desarrollo ordinario de la fe cristiana, cte., pero en cualquier caso reales y activos. Pero, aun reducido a sus proporciones reales y evitando toda exageración, el fenómeno del i. práctico debe ser afrontado y analizado desde sus raíces. Una de ellas puede ser el predominio en algunos ambientes del interés por lo operativo, lo funcional, las relaciones de unas personas con otras en orden a la eficacia. La persona (v.) en cuanto persona, es decir en su dimensión metafísica, pierde así interés: únicamente se le concede un valor en cuanto posee capacidad de desempeñar un trabajo determinado, en cuanto realiza una función social. No se considera a la persona individual sino al funcionario standard al cual se le puede reemplazar en cualquier momento. Quien se deja llevar de esa actitud tiende a juzgar a toda filosofía que afirme el valor de la persona como un lenguaje extraño e incomprensible y, en consecuencia, carente de interés. Más aún, se la desvaloriza al introducirla y someterla al mismo engranaje de lo funcional: se analiza su lenguaje y estructura lógica vaciándola de su contenido y originalidad más típica hasta llegar a considerarla como una mera superestructura fruto y consecuencia de la praxis. En esta actitud deformada ya no es el pensar quien determina el obrar sino que son las leyes del obrar quienes dan origen y determinación a las diversas concepciones teóricas. De aquí la indiferencia que se adopta ante- toda concepción intelectual: cualquier concepción especulativa es considerada como algo puramente artificial, como un mero subproducto humano y carente, en consecuencia, de todo valor. El cristianismo (v.), y con el cristianismo cualquier otra religión, es juzgado como una ideología más, carente de interés y todo ello por no considerar la religión en su aspecto más profundo de relación con Dios, sino como simple objetivación categorial de tipo histórico, jurídico, etc.

     

      Otro hecho que puede llevar al i. religioso como el descrito es el progreso científico no suficientemente asimilado. El mundo científico es, en primer término, un mundo en progreso, en continuo y permanente desarrollo, manifestándose, cuando se le observa con superficialidad, como algo inestable y relativo, puesto que las conquistas de hoy serán superadas o desechadas mañana. Por otra parte, este mundo tecnológico actual es un mundo de sistemas axiomáticos; cada sistema se presenta como dependiente de unos postulados o axiomas dentro de los cuales está condicionada su validez; no aspira a una verdad absoluta, sino delimitada en el interior del sistema y en la que se afirma no tanto la adecuación de la mente a la realidad, cuanto la coherencia de las hipótesis o modelos científicos. Esa mentalidad, válida, aunque con ciertos límites, dentro del campo de la ciencia (v.), cae en un error gravísimo cuando se amplía a todo campo del saber humano dando origen a un relativismo (v.) universal y llevando a considerar como arbitrario o como pura ficción conceptual todo cuanto se intente presentar como absoluto y permanente, cual es el tema de la religión.

     

      Quizá no tan radical, pero sí de influencias tanto o más profundas, sea una deformación que está invadiendo actualmente a no pocos fieles dentro de la misma Iglesia. Nos referimos concretamente a la mentalidad de quienes, dejándose influir del pragmatismo anteriormente mencionado o pensando que los sistemas filosóficos y los intentos teológicos del pasado carecen de toda virtúalidad, desembocan en un intento de presentar el cristianismo dando la primacía a los aspectos «pastoral» y «dinámico». Rechazan la filosofía, y al hacerlo no dudan en rechazar igualmente todo contenido intelectual de la fe tratando -dicen- de «purificarla» de la teología y de todo cuanto sea una toma de conciencia intelectual de la misma fe. Se busca así única y exclusivamente la expresión de la fe en lo eficaz, en todo aquello que puede producir resultados visibles e inmediatos. Se intenta suprimir, por consiguiente, dentro de la vida religiosa toda actitud orante y contemplativa al igual que todo cuanto pertenezca directa e inmediatamente al orden litúrgico: sacrificio de la Misa, oficio divino, sacramentos, oración, mortificación, etc. El primer puesto dentro de la escala de valores pasa a ocuparlo la actividad, el obrar (V. ACTIVIDAD Y ACTIVISMO II) y será precisamente este obrar quien pretende determinar el pensar, es decir, el aspecto dogmático de la religión; sin embargo, como el obrar de pende de mil diversas situaciones nada fijo y estable puede fundamentarse en él: la religión pasaría a ser algo puramente relativo siendo indiferente no ya sólo seguir las normas de la moralidad cristiana sino incluso el admitir los diferentes dogmas de nuestra fe. Con estos planteamientos, en el cristianismo, al igual que en cualquier otra religión, todo pasaría a ser absolutamente relativo y en consecuencia meramente accidental y superficial.

     

      En esta actitud, en la que confluyen diversos planteamientos filosóficos de tipo agnóstico o activista, así como las ideas sobre la secularización antes aludidas, pueden haber influido también otros factores. Por ejemplo, los frecuentes cambios, profundos y quizá excesivamente rápidos, que se han efectuado en la Iglesia después del Conc. Vaticano II (v.) y que no pocos fieles, por falta de formación, no han sabido ni situar dentro de su auténtico contexto ni mucho menos asimilar, dando origen, en no pocos casos, a un sentimiento de relatividad e indiferencia ante la actuación de la Iglesia o de su jerarquía. Así como la llamada crisis de identidad cristiana sufrida por quienes -llevados de los errores señalados- no alcanzan ya a ver con claridad aquello que distingue realmente los valores cristianos de los valores simplemente humanos. Problema que ha adquirido su máxima agudeza a raíz de falsas maneras de enfocar el diálogo y la colaboración con los no cristianos. En no pocos de estos casos se ha desviado el planteamiento del problema de su aspecto teórico al simple aspecto práctico como ha sucedido, p. ej., con el llamado ecumenismo secular: prescindiendo de todo planteamiento dogmático se intenta trabajar en común al servicio de la justicia, de la paz y de la fraternidad humana como medio exclusivo para encontrarse en la unidad.

     

      Pasando ya de la descripción al diagnóstico y al discernimiento de algunas líneas de acción, puede decirse que las desviaciones mencionadas hunden sus raíces, de una parte, en una superficialidad vital que lleva a olvidar la hondura de la actitud contemplativa y religiosa, y, de otra -lo que desde un punto de vista intelectual es determinante-, en el hecho mismo que se encuentra en la base de la crisis de gran parte de la filosofía actual: el olvido de la objetividad de nuestro conocimiento (v.), la crisis del valor de nuestro pensar e incluso de nuestro obrar (v. METAFíSICA). El pensamiento racionalista e idealista ha marchado a la deriva relativizándose al máximo y dando origen a este nuevo tipo de escepticismo (v.) cual es en el fondo todo indiferentismo. Frente a todo ello lo que se requiere es un retorno hacia lo más originario, hacia las fuentes mismas con el fin de entroncar el pensar y el obrar con los valores más puros y originales de la fe y del ser humano. En otras palabras, por lo que se refiere al nivel especulativo-científico, una profundización en las cuestiones metafísicas centrales, sin ambigüedades ni eufemismos, a fin de superar la crisis mencionada y reorientar el pensamiento hacia su verdadera vida. De otra parte -y por lo que se refiere al plano más inmediatamente existencial- una autenticidad en el vivir de los cristianos, a fin de dar ese «testimonio de una fe viva y adulta» de que habla el Vaticano II (Const. Gaudium et spes, 21).

     

      Siempre será cierto que «todos los hombres, por ser persopas, es decir, dotados de razón y voluntad libre y por tanto dignificados con una responsabilidad personal, están impulsados por su misma naturaleza a buscar la verdad y además tienen obligación moral de hacerlo, sobre todo en la religión. Están obligados también a adherirse a la verdad conocida y a ordenar toda su vida según las exigencias de la verdad» (Vat. 11, Dignitatis humanae, 2). Intentar adoptar cualquier postura de i. religioso siempre es uno de los más graves pecados que el hombre puede cometer.

     

      V. t.: ATEíSMO; DEísmo; RELIGIÓN; FE; LIBERTAD IV.

     

BIBL.: P. RICHARD, Indifférence religieuse, en DTC 8,15801594; C. MICHELET, Dieu et Yagnostieisme contemporaine, París 1909; G. Muzio, Riflessioni sulla indifferenza religiosa, «Palestra del Clero» 50 (1971) 202-208; CH. R. KELLY, El ateísmo de indiferencia, «Revista laveriana» 67 (1967) 16-33; K. 1. HAHN, Las nueras formas de incredulidad, «Selecciones de Teología», 1I-8 (1963) 279-284; F. ROUSTANG, Le troisiéme homme, «Christus» XIII-52 (1966) 561-567; C. CARDONA, Metafísica de la opción intelectual, Madrid 1969.

Masoneria Eclesiastica

Para demostrar que existe la Masonería no es necesario exhibir pruebas porque tiene sus propios locales con el nombre de la Logia en la puerta en todos los países. Y que la Iglesia Católica la considera incompatible con el cristianismo y la condena formalmente tampoco, porque la Iglesia la ha condenado en más de 200 documentos desde el inicio de la masonería moderna.

 

Pero también existe la Masonería Eclesiática, que trabaja en sumo secreto, ha difundido que no existe y colonizado – con lo que hoy llamamos  modernismo – la narrativa eclesiástica.

 

Una prueba de que la Masonería Eclesiástica existe y tiene un plan siniestro para la Iglesia, lo podemos comprobar en los mensajes que María le entregó al Padre Gobbi sobre fines de los años 1980 incluyéndola como parte del Apocalipsis.

 

En el llamado libro azul, “A los Sacerdotes, Mis Hijos Predilectos”, la Santísima Virgen revela al sacerdote italiano Stefano Gobbi que “la bestia negra con garras de oso y fauces de león”, del capítulo XII del libro del Apocalipsis, es la Masonería, y que “la bestia con cuernos de cordero”, es la Masonería Eclesiástica, la cual recibe órdenes directamente de la otra Masonería.

 

Más en concreto. En Dongo (Como), el 13 de Junio de 1989, el Padre Stéfano Gobbi recibió lo siguiente en un mensaje dado por la Virgen María:

 

La bestia negra semejante a una pantera indica la Masonería; la bestia con dos cuernos, semejante a un cordero, indica la Masonería infiltrada dentro de la Iglesia, es decir la masonería Eclesiástica, que se ha difundido sobre todo entre los miembros de la Jerarquía.

 

Esta infiltración masónica dentro de la Iglesia, ya os ha sido predicha por Mí en Fátima, cuando os anuncié que Satanás se introduciría hasta el vértice de la Iglesia.

 

Si el objetivo de la masonería es el de conducir a las almas a la perdición, llevándolas al culto de falsas divinidades, el fin de la masonería eclesiástica, en cambio, es el de destruir a Cristo y a su Iglesia, construyendo un nuevo ídolo, es decir, un falso Cristo y una falsa Iglesia.

 

LOS PROPÓSITOS DE LA MASONERÍA 

 

LA DESOBEDIENCIA DE LOS MANDAMIENTOS

El objetivo principal de la Masonería es de llevar a los hombres a desobedecer todos los mandamientos de Dios, colocando en su lugar otras metas, otros principios, llegando a poner al mismo hombre en el lugar de Dios.

 

Cuando el hombre rompe las leyes divinas, entra en un estado de ceguera espiritual que le impide entender toda la realidad espiritual, quedando sólo en contacto con el mundo físico-material. Entonces el hombre centra su vida en lo material.

 

Es así como se da en el hombre contemporáneo un ateísmo materialista. Es decir, se trata de un hombre ateo y materialista. Un hombre que no cree o no está seguro de que Dios existe, y que se rige por lo que puede captar por sus sentidos: lo que puede ver, tocar y oír.

 

LA ENTRONIZACIÓN DE LOS PECADOS CAPITALES

 

La exaltación de los pecados capitales (soberbia, avaricia, lujuria, envidia, ira, pereza, gula) -por parte de la Masonería- en el mundo de hoy, lleva a la sociedad actual a adorar a otros dioses que no son el Dios verdadero.

 

Es así como, por instigación de la Masonería, la mayoría de los hombres contemporáneos están adorando al dios de la razón, al dios del dinero, al dios de la ciencia, al dios de la violencia como medio de dominio, al dios del sexo, al dios del materialismo, al dios del placer.

 

Los medios de comunicación social del mundo, que están en su mayoría en manos de la Masonería, incentivan al individuo a centrar su vida en el conocimiento científico o técnico, en la adquisición de medios económicos, en el predominio sobre los demás, en la posesión de cosas materiales, y en el ejercicio de un sensualismo centrado en la idea de que la vida hay que disfrutarla y de que no se debe sufrir.

 

LA DIFAMACIÓN DE LAS VIRTUDES

 

La Masonería emplea los medios de comunicación social para llevar al hombre a exaltar los pecados capitales en contraposición a las virtudes teologales y cardinales.

 

Las virtudes teologales y cardinales son la fe, la esperanza, la caridad, la prudencia, la justicia, la fortaleza y la templanza.

 

Estas virtudes son exactamente lo que los hombres necesitamos para mantenernos en estado de gracia y para poder vivir una vida en concordancia con los evangelios y con los mandamientos de Dios.

 

La fe, la esperanza, la caridad, la prudencia, la justicia, la fortaleza y la templanza son las virtudes que hacen evidente en los cristianos la presencia misma del Espíritu Santo.

 

LOS PROPÓSITOS DE LA MASONERÍA ECLESIÁSTICA

 

Mientras la Masonería emplea los medios de comunicación social para llevar a los hombres a desobedecer las leyes de Dios y a colocar los pecados capitales en el lugar que deberían tener las virtudes fruto de la presencia del Espíritu Santo en nuestras vidas, la Masonería Eclesiástica se encarga de construir un falso Cristo y una falsa Iglesia.

 

LA CONSTRUCCIÓN DE UNA FALSA IGLESIA

 

EL PRIMER OBJETIVO DE LA MASONERÍA ECLESIÁSTICA ES LA CONSTRUCCIÓN DE UNA “FE” SIN FE.

La fe tiene que ver precisamente con el acto de creer en algo que no podemos constatar con nuestros sentidos, porque si lo pudiéramos hacer, entonces ya no sería un acto de fe, sino un acto de conocimiento corriente.

 

La Masonería Eclesiástica intenta llevar al pueblo de Dios a creer solamente en lo que se puede explicar con la lógica y la razón humanas y que sólo existe lo que se puede captar con nuestros sentidos físicos. De esta manera, se está enseñando una fe sin fe.

 

Necesitamos de la fe para creer en las verdades de Dios, pues aunque en ocasiones son cosas imperceptibles a nuestros sentidos físicos, si podemos constatar sus efectos en el mundo espiritual.

 

LA NEGACIÓN DE LA ACCIÓN DEL ESPÍRITU SANTO

 

Las manifestaciones sobrenaturales que se presentan por acción del Espíritu Santo son las que ocurrieron en Pentecostés cuando los apóstoles estaban reunidos en el Cenáculo encabezados por María Santísima: empezaron a hablar en lenguas, a imponer las manos para sanar enfermos, a expulsar demonios, a profetizar y a realizar muchos milagros de todo tipo en el nombre de Jesús.

 

Estas manifestaciones del Espíritu Santo deberían ser la regla y no la excepción en la Iglesia de Cristo. Sin embargo, son tan escasas en la actualidad, no porque Dios no nos envíe su Espíritu Santificador, sino porque la falta de fe y de entrega a la voluntad de Dios nos lleva a carecer de esta fuente de vida en nuestra alma.

 

Sin embargo, por la persecución que la Masonería Eclesiástica hace de estas manifestaciones entre feligreses y sacerdotes, muchas parroquias se ven privadas de seminarios, conferencias y reuniones que propicien el avivamiento del Espíritu Santo.

 

LA DEFORMACIÓN DEL CONCEPTO MISMO DE DIOS

 

Por influencia de la Masonería Eclesiástica, nos encontramos con un concepto de Dios que parece haber perdido el control de su propia creación, porque no tiene nada que ver con lo que acontece a cada uno, porque es un Dios distante, desentendido, desconectado de nosotros.

 

Lo grave de tener esa concepción de Dios es que nos impide entender lo que Él quiere enseñarnos en el transcurso de nuestra vida. Dios nos habla en el acontecer de cada día.

 

Detrás de cada cosa que ocurre en nuestra vida está la Voluntad de Dios: lo que quiere decirnos, cómo quiere instruirnos, hacia dónde quiere llevarnos.

 

Dios siempre está presente en nuestras vidas aunque muchos no nos percatamos de su amorosa presencia, porque no entendemos su lenguaje, el lenguaje del alma: el bien que quiere darnos es de tipo espiritual.

 

LA NEGACIÓN DE TODO LO SOBRENATURAL

 

Para intentar negar todo lo sobrenatural, los apóstatas de la Masonería Eclesiástica, sostienen que no se debe creer en revelaciones, apariciones, mensajes, milagros y posesiones demoníacas.

 

Si la Biblia, que es el compendio de nuestra fe católica, es en sí misma la revelación de la palabra de Dios por medio de sueños, visiones, revelaciones, apariciones, profecías y milagros, ¿en qué queda entonces nuestra fe, si los apóstatas de la Masonería Eclesiástica dicen que todos estos fenómenos no son otra cosa que el producto de mentes humanas sugestionadas?

 

Es necesario aclarar que el demonio también puede imitar todos estos fenómenos sobrenaturales, ante los cuales tenemos que emplear el discernimiento que Dios nos da: las manifestaciones de Dios están en concordancia con las verdades de la fe, sus frutos son los mismos frutos del Espíritu Santo, y siempre producen paz y conversión.

 

El hombre por sí mismo no tiene poderes sobrenaturales, es decir, si el hombre ostenta poderes sobrenaturales es porque vienen de Dios o porque vienen del enemigo de Dios.

 

LA DESACRALIZACIÓN DE LOS SACRAMENTOS

 

El carácter sagrado de los sacramentos se refiere a la acción sobrenatural de Dios por medio de la persona del sacerdote sobre el creyente que los recibe. Esta acción se efectúa por medio del Espíritu Santo.

 

Los sacramentos son las fuentes de la gracia, es decir por medio de ellos recibimos las gracias y dones que necesitamos para devolver y mantener la vida de nuestra alma.

 

La acción de la Masonería Eclesiástica se centra entonces en restar la importancia de los sacramentos y disminuir su práctica.

 

Algunos sacramentos como el sacramento de la “Confirmación” y el sacramento de la “Unción de los Enfermos” se practican con mucho menos frecuencia que antes, y también se les da menos importancia.

 

El sacramento de la “Eucaristía” ha sido atacado en su relevancia, el sagrario ha sido sacado de la nave central de las Iglesias donde debería estar, para ponerlo en naves laterales, dándole así menos trascendencia.

 

La celebración de la Santa Misa ha sido atacada en el rompimiento de la liturgia, en la supresión de signos de respeto y adoración a Jesús Sacramentado, en el carácter sagrado de la música, para quitarle la solemnidad que debe tener y el sentimiento que debe despertar en nosotros.

 

Es así como se suprimen

 

  • las venias,
  • las genuflexiones,
  • las mantillas o velos en las mujeres,
  • los reclinatorios para recibir la comunión de rodillas,
  • la música sacra, para colocar en cambio ritmos bailables en las canciones, para que la gente sienta que está en una rumba en lugar de estar en la celebración incruenta del sacrificio de Cristo en la Cruz.
  • La permisión de la comunión en la mano, que es sacrílega, lleva a las personas a irrespetar gravemente la presencia de Jesús en la Sagrada Eucaristía, que solamente debe ser tocada por las manos consagradas del sacerdote.

 

Todo esto va acostumbrando al pueblo de Dios a no creer en la real presencia de Jesús en la Hostia Consagrada, sino en una presencia simbólica y en la celebración de una cena ágape, como la practican las Iglesias separadas.

 

El sacramento de la “Reconciliación” ha sido atacado por la Masonería Eclesiástica principalmente haciendo que los creyentes piensen que no pecan, porque presentan el pecado no como un mal sino como un bien, entonces si no pecan, no necesitan confesarse.

 

Por otro lado se permiten confesiones colectivas o se absuelve a las personas sin haber hecho una verdadera confesión de boca como lo exige la práctica de este sacramento. Lo anterior está permitido pero sólo en casos de emergencia en los cuales no se puede realizar la confesión de manera regular.

 

Y si alguien va a confesar sus pecados, el sacerdote le dice que no se preocupe, que eso no es pecado y que todo está bien.

 

ATAQUE A LOS SACRAMENTALES

 

Los sacramentales son las imágenes, las medallas, los escapularios, los cirios, las velas, la sal, el agua, el aceite, etc. bendecidos y/o exorcizados por un sacerdote.

 

Los sacramentales son medios de protección contra las influencias perversas del maligno.

 

La Masonería Eclesiástica lleva a los sacerdotes a decir que ellos no bendicen objetos y que estos objetos que los creyentes desean hacer bendecir, no tienen el efecto que ellos buscan.

 

NEGACIÓN DEL PECADO, DEL DEMONIO Y DEL INFIERNO

 

Los conceptos de pecado, demonio e infierno van juntos porque tienen una relación de causalidad.

 

Por el demonio entró el pecado en el mundo y por el mismo demonio existe el infierno.

 

La Masonería Eclesiástica emplea todos sus argumentos para negar la existencia del pecado, del demonio y del infierno, con el propósito de desvirtuar la imagen y la acción salvífica de Jesucristo.

 

La Biblia no sería la Palabra de Dios, ni Jesucristo habría venido al mundo para algo provechoso, si no existiera el pecado, el infierno y el demonio. Sería todo una terrible inconsistencia.

 

EL DESPRECIO DE LA CRUZ

 

La Masonería Eclesiástica difunde entre los fieles la idea de que Dios no quiere que suframos sino que seamos felices en esta vida terrena, para lo cual entonces está justificado que nos liberemos de todo lo que nos molesta u oprime.

 

Sostienen además, que Dios no castiga y que ya hemos sido salvados por su muerte en la cruz.

 

En los Evangelios, Jesucristo nos pide lo contrario: que tomemos nuestra cruz y lo sigamos. Si Dios permite el sufrimiento es para  la propia salvación nuestra y de nuestros hermanos, para purificación y edificación de nuestras almas.

 

Dios no puede ser cómplice de la desobediencia a sus propias leyes dejándolas impunes: el castigo es la consecuencia natural de nuestros pecados.

 

Jesucristo alcanzó para nosotros la gracia de la redención, pero para ganar esta gracia, nosotros tenemos que acoger y practicar sus enseñanzas.

 

En resumen, la Masonería Eclesiástica lleva a los católicos a vivir en la oscuridad de la apostasía y a perder el discernimiento que podría tener si viviera en estado de gracia.

 

LA CONSTRUCCIÓN DE UN FALSO CRISTO

 

En cuanto a la imagen de Cristo, procura resaltar el aspecto humano de Cristo, opacando su divinidad.

 

Entonces enfatiza en el aspecto fraterno de las enseñanzas de Jesucristo, perodescuida el aspecto de la realidad de los milagros, ignora la verdad de la resurrección de Jesucristo, para terminar diciendo que Jesucristo no fue Dios sino simplemente un profeta.

 

La religión católica se centra en las enseñanzas de El Dios hecho hombre quien resumió la ley en dos mandatos: “Amar a Dios sobre todas las cosas” y “Amar al prójimo como a sí mismo”.

 

Entonces la Masonería Eclesiástica se centra en el amor al prójimo y descuida el primer mandamiento que es el más importante, hasta el punto de que no podemos cumplir cabalmente con el amor al prójimo si no cumplimos con el de amar a Dios por encima de todo lo demás.

 

Si no amamos a Dios, no podemos recibir el amor que Dios nos da de retorno, sencillamente porque nuestro corazón no está abierto a Él. El verdadero amor sólo nace en esa íntima relación con el Dador de la Vida.

 

Si no amamos a Dios en primer lugar, nuestros actos quedan vacíos de ese amor ágape, desinteresado, que busca el bien del otro y no simplemente la gratitud, el reconocimiento del otro, o la devolución de ese amor.

 

Cuando el amor se pone en el plano simplemente humano, tenemos un amor que busca reciprocidad, un amor interesado, que busca una utilidad y que muchas veces exige más de lo que da. Y por eso casi siempre es un amor egoísta porque se centra más en uno mismo que en el otro.

 

Y en ocasiones también el amor humano se confunde con el sexo o con la simple y pura atracción física, en el plano animal, entre macho y hembra. Y entonces muchos hablan de amor, de estar enamorados, cuando el verdadero amor no tiene la menor expresión allí.

 

¿Cuál es el objetivo final de la Masonería Eclesiástica cuando intenta decir que Jesucristo no fue Dios sino simplemente un profeta?

 

Sencillamente el objetivo es poner en el lugar de Cristo, al Anticristo. Y es eso precisamente lo que la palabra Anticristo quiere decir: el que se hace “el Cristo”, el que lo suplanta o imita.

 

Entonces, para engañar a los creyentes en Cristo, la estrategia de la Masonería Eclesiástica es destruir la  imagen de Jesucristo, nuestro Salvador, para poner en su lugar un personaje que la otra Masonería viene preparando para coronar el proyecto del gobierno mundial.

 

Para las otras religiones, como lo expresa la Santísima Virgen, el asunto ya está preparado porque todas las religiones están esperando a alguien.

 

Los judíos están esperando al Mesías que ellos no quisieron reconocer en la persona de Jesús de Nazareth.

 

Los budistas están esperando al “Buda de pie” o “Standing Buda”.

 

Los mahometanos, los hindúes, los grupos satánicos de brujos y brujas, los grupos cientistas, los de la nueva era, están todos esperando a un personaje que va a converger en el Anticristo.

 

Una aclaración importante es que el Anticristo no será un Papa. Pero sí será un falso Papa, que en el Apocalipsis se menciona como el “Falso Profeta”,el que llevará a la Iglesia apóstata a recibir al Anticristo como si fuera el verdadero Cristo.

 

El Anticristo será una figura política, que en su momento aparecerá como el salvador del mundo, envuelto en una gran seducción, logrará engañar a la mayoría y sólo cuando esté apoderado de su papel de gobernante del mundo, mostrará sus verdaderas intenciones, proclamándose dios y reclamando la adoración de todos los habitantes de la Tierra.

Infiltracion del Comunismo en la Iglesia

Cómo sucedió, quien los hizo, cuáles son sus tácticas.

 

Dentro de la Iglesia Católica se está produciendo una intensa batalla espiritual, que a los ojos de la mayoría se ve como un caos doctrinal, debido a bandos enfrentados.

 

¿Esto es algo que se gestó originalmente desde dentro de la Iglesia o hay agentes externos que la infiltraron para desviar su doctrina? 

 

Hay varios testimonios de peso que han denunciado una estrategia de los comunistas para infiltrar a la Iglesia, a través de los seminarios.

 

Han dado fechas, lugares, cantidad de infiltrados, estrategias y tácticas.

 

Los infiltrados trabajarían para erosionar la adoración a Dios y desviarla de muchas maneras, pero todas sutiles.

 

Aquí hablaremos sobre los testimonios serios sobre la existencia de una infiltración a la Iglesia Católica por parte de los comunistas, y sobre cuál es el plan de actividades que deberían llevar adelante estos infiltrados para erosionar la cultura católica.

 

El mundo marcha hacia el comunismo, esa es la propuesta de las élites económicas mundiales, y ya se ven los signos nítidamente.

 

Se basa en un gobierno mundial no elegible por voto de la población, ni removible por plebiscitos populares.

 

Que controle la vida de cada habitante, con la gran masa de personas dependiendo su sustento de él.

 

Con los medios de comunicación y las redes sociales legitimando esa narrativa y censurando a los disidentes.

 

Y profunda y beligerantemente anti cristiano y basado en la supremacía del ser humano.

 

Y aunque se ha acelerado en los últimos tiempos, en plan viene desde antes, cumpliéndose por etapas.

 

Una de esas etapas ha sido infiltrar a la Iglesia Católica para desactivar su peligrosidad desde adentro, porque es el último bastión de resistencia, a la implantación de un comunismo global.

 

Y es por eso que los comunistas han infiltrado a la Iglesia Católica desde los seminarios a partir de principios del siglo XX.

 

Hay muchos testimonios de esta estrategia.

 

El ex comunista Douglas Hyde reveló que en la década de 1930 la dirección comunista había emitido una directiva, en todo el mundo para la infiltración de la Iglesia Católica. 

 

Un francés llamado Albert Vassart, que ocupó altos cargos en el Partido Comunista Francés, reveló en 1955 que Moscú había emitido una orden, en 1936, para seleccionar cuidadosamente miembros de la juventud comunista, para ingresar a los seminarios y recibir la ordenación sacerdotal.

 

Y en la década de 1950, una ex alta funcionaria del Partido Comunista de EE.UU., Bella Dodd, habló ante el Congreso de EE.UU. diciendo,

 

«Pusimos más de mil cien hombres en el sacerdocio con el fin de destruir la Iglesia desde adentro».

 

Manning Johnson que fue candidato comunista para representante de Nueva York, testificó en 1953 ante el Comité de Actividades Antiamericanas de la Cámara de Representantes.

 

Y dijo que se habían dado cuenta, que con sólo pequeñas fuerzas disponibles, podían infiltrarse en los seminarios y así lo hicieron.

 

Y Ion Mihai Pacepa, que fue un general de tres estrellas de la policía secreta de la Rumanía comunista, que desertó a los Estados Unidos en 1978, relató en un libro que la Unión Soviética había desarrollado una campaña para neutralizar a la Iglesia Católica y luego infiltrarla.

 

Y ese proyecto funcionó bien especialmente en latinoamérica, a través de la Teología de la Liberación, a la que le dio un giro anti-capitalista y anti-occidental, de donde surgieron muchos curas guerrilleros.

 

¿Y que debían hacer estos infiltrados?

 

Dos cosas, tratar de llegar hasta ser obispos y lograr los puestos más altos que pudieran, y cambiar la doctrina y la pastoral de la Iglesia.

 

Y en 1973, al Dr. Jerónimo Domínguez, un prestigioso médico español radicado en Nueva York, le llegó la prueba del plan maestro de esa infiltración, de la manera más extraña. 

 

Alguien dejó olvidado en su consultorio un sobre grande, cerrado.

 

Y después de dos meses que nadie lo reclamó, lo abrió para averiguar la identidad de su dueño. 

 

Y se encontró con una gran sorpresa, un plan detallado para destruir a la Iglesia.

 

Nadie firmaba ni se daba ninguna dirección.

 

Allí decía que había más de 1300 comunistas que se hicieron sacerdotes católicos para destruir la Iglesia desde dentro.

 

Y según este proyecto, en 1980 debería estar ya terminando el proceso.

 

Allí se aconsejaba que debían ser muy pacientes y constantes, para así lograr la colaboración de los sacerdotes y obispos.

 

¿Y cómo horadarían a la Iglesia Católica desde adentro?

 

Disolviendo la doctrina, con la excusa de que no fuera un impedimento para captar a los protestantes y los agnósticos.

 

¿Y cómo lo harían?

 

El plan es sencillo, no busca quitar cosas importantes, sino quitar de en medio cosas que parecen no ser primordiales, pero que hacen a la esencia del catolicismo.

 

Mirado a la distancia, algunas cosas del plan funcionaron bien y otras no.

 

Los infiltrados debían tratar de erosionar la forma en que era nombrada la Iglesia.

 

La meta es quitar el nombre de católica, y cambiarlo por universal; porque católica es una palabra que se asocia con Dios, en cambio universal, aunque significa lo mismo, le quita el sabor a lo sagrado.

 

Además es necesario no llamarla santa, porque esto está constantemente llamando la atención de que es algo sagrado.

 

Debían trabajar para unir todas las denominaciones y religiones en una sola.

 

Y convertir los diez mandamientos en uno solo: amar al prójimo como a ti mismo.  

 

La esencia del Masterplan es increíblemente sencilla, consiste en implantar el amor y adoración al hombre, y quitar el amor y adoración a Dios.

 

Deben poner como eje de la doctrina el amor, no la caridad, que significa más o menos lo mismo, pero la caridad está más asociada a Dios. 

 

Dice que también sobra la palabra piedad, que hay que sustituirla por las palabras comprensión y compasión, que dicen algo similar, pero que no conlleva el significado de unión con Dios.

 

Así se puede sembrar una piedad humana que acerque a los no católicos.

 

Deben tratar que se reciba la comunión en la mano y no hincado, con la excusa de que es un gesto ecuménico para acercar a los protestantes.

 

Lo mismo evitar que los fieles se hinquen al recordar la encarnación o en la consagración.

 

Hay que tratar que la misa no signifique un sacrificio sino un banquete, por eso la superficie en que se realiza la celebración, ya no debe ser considerada un altar, sino más bien una mesa.

 

Tratar que el Sacrificio del Calvario quede reducido y no sea lo central. 

 

Que se digan muchos sermones, que se cante mucho pero no gregoriano, que se saluden los hermanos, que se pidan perdón, insistiendo en todo lo que los pueda hacer olvidar a Dios.

 

Que ya no se use el latín, ni se intente dar un aire místico a la misa, con la excusa de que eso no atrae, según este plan.

 

Que la misa se dé de cara al pueblo, para que parezca un diálogo entre el sacerdote y los presentes, y no una petición del sacerdote y el pueblo hacia Dios.

 

Quitar el sagrario de la vista del público y restringir que haya exposiciones del Santísimo, porque entre menos se cuide y se ame a la Eucaristía, mejor.

 

Quitar las reliquias y hacer desaparecer las imágenes de santos y advocaciones de la Virgen, insistiendo que solo hay que adorar a Dios.

 

De forma que por el juego de palabras, la gente sencilla entienda que no es bueno venerar a santos y advocaciones marianas.

 

Otra de las cosas que propugnan es quitar las sotanas y los hábitos.

 

Con la excusa de que no acerca a las personas, sino que las aleja.

 

Mientras que a los laicos, les muestran que no es necesario usar escapularios o medallas, porque dirán que son cosas externas, sin importancia.

 

Y además son cosas que ofenden a los hermanos protestantes, lo mismo que las imágenes de santos y de advocaciones marianas de los templos.

 

De esta forma se enfriará la fe.

 

También deben buscar que los sacerdotes y monjas se casen.

 

Y que las monjas que están en los monasterios entregadas a la oración, dejen estas vidas, para dedicarse a otras cosas.

 

Insinuar que los hermanos de la calle las necesitan, haciendo mucho bien cuidando enfermos, dirigiendo escuelas, etc.

 

También tratarán de inculcar que se puede ser masón o espiritista o de la new age y católico.

 

En resumen, hay suficientes testimonios serios de una estrategia de los comunistas para infiltrar a la Iglesia Católica, de la misma forma que hicieron los masones.

 

Se hizo introduciendo comunistas en los seminarios, para que ascendieran en la estructura y vayan desacralizando las prácticas de los fieles y sacerdotes.

 

De modo que la cultura católica se aleje sutilmente de poner como primero la adoración a Dios y se centre en el ser humano.

 

En muchas de esas cosas han avanzado notoriamente y en otras no tanto.

 

Y el caos doctrinal y pastoral en que se encuentra la Iglesia hoy, es consecuencia de la batalla espiritual que está sucediendo, entre la estrategia de los infiltrados y la traba que les están poniendo los verdaderos católicos.

 

Bueno hasta aquí lo que queríamos hablar sobre la infiltración comunista en la Iglesia y cuál es su estrategia para debilitarla. 

 

Y me gustaría preguntarte si crees que estos comunistas infiltrados se convirtieron en su mayor parte al verdadero espíritu católico o aún siguen operando su plan.

Sincretismo Religioso

Nueva Era afirma que todas las religiones son manifestaciones particulares de la única religión universal verdadera que se halla como oculta debajo de cada una de ellas. Ninguna religión, por lo tanto, es en sí misma completa, es decir, ninguna reúne en sí la totalidad de los medios de salvación. A partir de aquí lo que propugna Nueva Era es una especie de síntesis superior de todas las religiones basada no en la teología, sino en la experiencia directa de la divinidad. La teología divide, la experiencia une. En su línea de credulidad absoluta, Nueva Era es una especie de esponja dispuesta a absorberlo todo sin necesidad de análisis o discernimiento. Lo mismo da el chamanismo, las religiones orientales, el sufismo, la psicología, la teosofía, el esoterismo, el ocultismo, la gnosis, Freud, Jung, Teilhard de Chardin, San Juan de la Cruz, las terapias energéticas. Como la verdad está fragmentada y desperdigada un poco por todas partes, Nueva Era se encarga de recomponer el puzzle religioso ofreciéndonos un cóctel de creencias, doctrinas, psicologías, espiritualidades y terapias cuya compatibilidad trata de forzar a fin de llegar a la verdad completa. No existe necesidad de crítica o verificación. Todo sirve. Todo es bueno. Nada se debe desechar o rechazar como hicieron las religiones con los movimientos heréticos surgidos a partir de ellas. Nueva Era no condena ni rechaza, sino que integra, mezcla... y vende. ¡Y cómo vende!

 

Sincretismo no es ecumenismo

 

El sincretismo tiene muy poco o nada que ver con el ecumenismo. El ecumenismo está hecho de diálogo, respeto, admiración sincera hacia los valores del otro, acercamiento fraternal, esfuerzo de comprensión y colaboración mutua en objetivos comunes; pero sin mezclar las creencias ni perder nunca la propia identidad. Cristo, antes de su Pasión, oró así al Padre: "Que todos sean uno, como tú, Padre, estás en mí y yo en ti, para que también ellos sean uno en nosotros; a fin de que el mundo crea que tú me has enviado" (Jn 17,21). Hay dos documentos del concilio Vaticano II que son fundamentales para entender correctamente el ecumenismo: uno es el decreto "Unitatis redintegratio"(1), que se refiere a la unidad de todos los cristianos, y la declaración "Nostra aetate"(2) sobre las relaciones de la Iglesia con las religiones no cristianas. Este último documento, en su capítulo 2º, declara: "La Iglesia católica nada rechaza de lo que en estas religiones hay de verdadero y santo. Considera con sincero respeto los modos de obrar y de vivir, los preceptos y doctrinas, que, aunque discrepan en muchos puntos de lo que ella profesa y enseña, no pocas veces reflejan un destello de aquella Verdad que ilumina a todos los hombres".

 

Todos los grandes espirituales son ecuménicos, pero no sincréticos. El Dalai Lama decía en 1994(3): "En general, estoy a favor de que cada uno se mantenga en la religión de su cultura y patrimonio histórico propios. Por supuesto, los individuos tienen todo el derecho a cambiar si encuentran una religión que sea más útil o apropiada para sus necesidades espirituales. Pero, hablando en términos generales, resulta más conveniente experimentar el valor de la propia tradición religiosa. (...) Si eres cristiano, es mejor que te desarrolles espiritualmente dentro de su propia religión y que seas de verdad un buen cristiano. Si eres budista, sé un auténtico budista. ¡No algo mitad y mitad! Esto sólo puede provocar confusión en tu mente."

 

Esto no quiere decir que una persona verdaderamente religiosa no pueda conmoverse ante el misterio de otra religión diferente a la suya. Cito otra vez al Dalai Lama, esta vez relatando su visita a Lourdes(4): "Allí, frente a la cueva, experimenté algo muy especial. Sentí una vibración espiritual, una suerte de presencia espiritual. Y entonces, frente a la imagen de la Virgen María, oré. Expresé mi admiración por ese lugar sagrado, que durante tanto tiempo ha sido una fuente de inspiración y fuerza, que ha proporcionado alivio, consuelo y salud a millones de persona. Y oré para que ese lugar pudiera continuar así durante mucho tiempo".

 

Un cristiano que ha vivido tan a fondo el ecumenismo como Roger Schutz, el prior de la comunidad de Taizé, escribe(5): "¿Por qué esta incesante confusión entre unanimidad y uniformidad? La uniformidad crea la apariencia de unidad. La uniformidad teje un vestido superficial y el Evangelio, entonces, es vivido superficialmente. La unanimidad exige un acuerdo íntimo. Supone el pluralismo de las expresiones personales. (...) Lo que debe permanecer, incluso al precio del sufrimiento, es la unanimidad de todas las comunidades sobre el fundamento común. Si no, desaparece la visibilidad de la Iglesia en su unidad". El sincretismo no busca la unanimidad, sino la uniformidad. Para los sincréticos, todas las creencias son lo mismo, todos los caminos llevan al mismo destino, todas las religiones son, en el fondo, la misma y única religión. Eso queda muy bien decirlo, resulta muy moderno, pero no es verdad y supone, por otra parte, una total falta de respeto hacia las creencias de los demás.

 

Los primeros cristianos rechazaron decididamente las falsas doctrinas y los falsos maestros

 

Las cartas de los apóstoles nos revelan que ya los primeros cristianos tuvieron que enfrentarse con falsas doctrinas que, aunque no se nombran, (ya que estas cartas no son estudios científicos, sino escritos pastorales) podemos colegir que el espíritu sincrético no estaba ausente de ellas. Sabemos, por ejemplo, que el docetismo, una herejía de cuño gnóstico que negaba la naturaleza humana de Cristo, estaba ya presente en los tiempos apostólicos. El elemento común a todas estas doctrinas falsas es el ánimo de lucro. Vemos, por lo tanto, que los tiempos no han cambiado tanto como parece y que los viejos errores se repiten una y otra vez a lo largo de la historia.

 

San Pablo, en su Carta a Tito, dice: "Porque hay mucho insubordinado, charlatán y embaucador, sobre todo entre los judíos convertidos, y hay que taparles la boca. Revuelven familias enteras enseñando lo que no se debe, y todo para sacar dinero" (Tt 1,10-11).

 

En la 2ª Carta a Timoteo dice: "Por otra parte todo el que se proponga vivir piadosamente en Cristo Jesús será perseguido. En cambio, esos perversos embaucadores irán de mal en peor, extraviando a los demás y extraviándose ellos mismos" (2 Tm 3,12-13).

 

San Pedro en su 2ª Carta alerta también sobre estos falsos maestros: "No faltaron falsos profetas en el pueblo judío; y lo mismo entre vosotros habrá falsos maestros que introducirán bajo cuerda sectas perniciosas; por negar al Señor que los rescató, se acarrean una rápida ruina. Muchos los seguirán en su libertinaje y por ese motivo el camino verdadero se verá difamado. Llevados de la codicia os explotarán con discursos artificiosos" (2 P 2,1-3).

 

El evangelio de san Marcos refleja unas palabras de Jesús anunciando la aparición de falsos mesías: "Porque saldrán mesías falsos y profetas falsos, y realizarán señales y prodigios que extraviarían, si fuese posible, a los elegidos. Vosotros estad sobre aviso, os he prevenido de todo" (Mc 13,21-23).

 

En la 2ª Carta a Timoteo, Pablo aconseja no hacer caso de charlatanerías ni enredarse en discusiones estúpidas y superficiales, llegando a citar los nombres de quienes han caído en este tipo de errores, en este caso Himeneo y Fileto: "Sígueles recordando todo esto, avisándoles seriamente en nombre de Dios que no disputen sobre palabras; no sirve para nada y es catastrófico para los oyentes. (...) A las charlatanerías profanas dales de lado, porque se irán haciendo cada vez más impías, y la enseñanza de esa gente correrá como una gangrena; entre ellos están Himeneo y Fileto... Niégate a discusiones estúpidas y superficiales, sabiendo que acaban en peleas; y uno que sirve al Señor no debe pelearse, sino ser amable con todos; debe ser hábil para enseñar, sufrido, suave para corregir a los contradictores; puede que Dios les conceda convertirse y comprender la verdad; entonces recapacitarán y se zafarán del lazo del diablo que los tiene ahora cogidos y sumisos a su voluntad" (2 Tm 2,14-26).

 

Judas es hermano de Santiago y "pariente del Señor". No hay base suficiente para identificarle con Judas Tadeo ni a este Santiago con los dos que aparecen en la lista de los Doce. San Judas se refiere a los falsos maestros como "Nubes sin lluvia que se llevan los vientos, árboles que en otoño no dan fruto y que arrancados de cuajo mueren por segunda vez; olas encrespadas del mar coronadas por la espuma de sus propias desvergüenzas; estrellas fugaces a quienes está reservada la lobreguez de las eternas tinieblas" (Judas 1,12-13).

 

Algunos de estos falsos maestros, hoy como hace dos mil años, harán señales y prodigios falsos con los que asombrarán a crédulos e incautos. San Pablo los denuncia en su 2ª Carta a los Tesalonicenses: "Que nadie en modo alguno os desoriente. Primero tiene que llegar la apostasía y aparecer la impiedad en persona, el hombre destinado a la perdición, el que se enfrentará y se pondrá por encima de todo lo que se llama Dios o es objeto de culto, proclamándose él mismo Dios. (...) La venida del impío tendrá lugar, por obra de Satanás, con ostentación de poder, con señales y prodigios falsos, y con toda la seducción que la injusticia ejerce sobre los que se pierden, en pago de no haber aceptado el amor de la verdad que los habría salvado" (2 Ts 2,3-10).

 

San Judas escribe acerca de estos falsos maestros: "Son una partida de rezongones que reniegan de su suerte y proceden como les dictan sus deseos; su boca habla pomposamente para pasmar a las personas y sacarles el dinero" (Judas 1,16).

 

En su 1ª Carta a Timoteo, san Pablo habla de los "que se han creído que la piedad es un medio de lucro" (1Tm 6,5). Y en su Carta a los Efesios escribe: "Meteos bien esto en la cabeza: nadie que se da a la inmoralidad, a la indecencia o al afán de dinero -que es una idolatría- tendrá herencia en el Reino de Cristo y de Dios" (Ef 5,5).

 

El antídoto contra el error

 

Los intentos de desorientar y confundir a la comunidad cristiana no son nuevos. Ya los primeros cristianos los padecieron y los superaron permaneciendo fieles a la "sana doctrina", es decir, no dejándose encandilar por charlatanes y embaucadores cuyo único objetivo es el dinero, como bien denuncian los primeros apóstoles. Los primeros cristianos nos proporcionan ya el antídoto contra el error:

 

1º) Hacer el bien usando bien la libertad: Escribe Pedro en su 1ª Carta: "Porque así lo quiere Dios: que haciendo el bien le tapéis la boca a la estupidez de los ignorantes; es decir, no usando la libertad como tapadera de la villanía, sino como siervos de Dios" (1P 2,15-16). San Pedro no hace una llamada a ninguna forma de ataque o cruzada contra quienes entonces promovían y trataban de introducir el error en las primeras comunidades, sino al discernimiento, a la rectitud de vida y a responder al error con el amor, ahogando el mal en abundancia de bien.

 

2º) Enseñar la sana doctrina: San Pablo le recomienda a Tito que cuide la sana enseñanza: "Por tu parte, habla de lo que es conforme a la sana doctrina" (Tt 2,1). Los primeros apóstoles -igual que hoy el Magisterio católico- insistían por activa y por pasiva en enseñar la sana doctrina. Apartarse de la sana doctrina es adentrarse poco a poco en el terreno del error, pudiendo caer en la herejía o en el cisma. El hecho de que la Nueva Era y las sectas consigan captar adeptos dentro de la Iglesia católica es un proceso subrepticio que se ve enormemente facilitado por la endeble formación doctrinal y espiritual de la mayoría de los católicos. Ahora los laicos tenemos medios de formación a nuestro alcance que antes sólo estaban a disposición de los clérigos. Pienso, por ejemplo, en el Catecismo de la Iglesia Católica y en la ingente documentación espiritual y doctrinal que se puede encontrar con facilidad en Internet. Ya no vivimos en los tiempos de los catecismos del P. Astete o del P. Ripalda(6). La sociedad moderna es mucho más compleja y los medios de comunicación con que cuentan los enemigos de la Iglesia son mucho más poderosos que entonces. Por ello, la publicación del Catecismo de la Iglesia Católica cumple un objetivo fundamental de clarificación y reorientación doctrinal en unos momentos en que lo "progresista" es poner bajo sospecha y cuestionar todo lo que venga del Papa o del Magisterio. El Catecismo es una obra muy trabajada, magníficamente escrita y muy bien documentada que no debiera faltar en el hogar de ningún católico al lado de la Biblia y de una buena vida de Jesús(7).

 

3º) Practicar el discernimiento: La capacidad de discernimiento es fundamental para ser libres y avanzar en la dirección correcta, sin caer en la tentación de la facilidad, tomando atajos que no conducen a ninguna parte. San Pablo, en su 2ª Carta a los Tesalonicenses, nos ofrece una fórmula magistral contra el error: "Examinadlo todo, quedándoos con lo bueno" (2Ts 5,21). Decía San Agustín que no hay ninguna falsa doctrina que no contenga algo de verdad. Pero para poder aprovechar los elementos de verdad contenidos en otras doctrinas sin dejarse arrastrar por ellas y caer de lleno en el error es preciso tener una buena formación, vivir la fe en comunión con el Papa y con la Iglesia y practicar el discernimiento, que es un don del Espíritu Santo. Es una pena que se haya perdido en gran parte la dirección espiritual. San Juan de la Cruz insistía mucho en la buena dirección espiritual(8): "...grandemente le conviene al alma que quiere ir adelante en el recogimiento y perfección mirar en cuyas manos se pone, porque cual fuere el maestro, tal será el discípulo, y cual el padre, tal el hijo". El santo de Ávila insiste en que el director espiritual sea sabio, discreto y experimentado(9): "...porque demás de ser sabio y discreto, ha menester ser experimentado. (...) ...si no hay experiencia de lo que es puro y verdadero espíritu, no atinará a encaminar al alma en él, cuando Dios se lo da, ni aun lo entenderá".

 

El sincretismo no es exclusivo de Nueva Era

 

El sincretismo es una postura que Nueva Era comparte con otras muchas sectas y nuevos movimientos religiosos. La misma masonería defiende posturas parecidas al sincretismo de Nueva Era (una religión natural y universal común a todos los hombres, a la vez que niegan las religiones reveladas); los Bahaí pretenden ser una especie de religión de religiones (especialmente islamismo, judaísmo y cristianismo); Sai Baba hace lo mismo con el hinduismo y el islam; Osho (Bhagwan Rajneesh) que se definía a sí mismo como el verdadero mesías, el mesías de la Era de Acuario, mezclaba budismo, hinduismo, cristianismo, Freud, Jung, Teilhard de Chardin, tai-chi, zen, artes marciales, sauna, masajes, sexo libre, etcétera, etcétera.

 

Curiosamente, muchas sectas defienden y promueven el sincretismo tratando de borrar la identidad de las religiones para crear una especie de súper religión universal representada, por supuesto, por ellas. Casi todas las corrientes paganas o neopaganas son sincréticas, no ecuménicas, y tratan de meter en su coctelera todas las creencias y filosofías y de ahí sacan una especie de brebaje curalotodo que en realidad sólo sirve para que se hagan de oro quienes lo venden.

 

El sincretismo puede adoptar también la forma de intercambio de divinidades, en relación directa con el reencarnacionismo, de modo que el mismo ser divino puede aparecer a lo largo de la historia bajo formas diferentes (avatares). Esta es una idea muy querida por el hinduismo. La palabra sánscrita avatâra significa "descendido". El hinduismo cree que una divinidad puede descender sobre alguien en ciertos momentos éticamente bajos de la historia para influir con su ejemplo y reconducir a los hombres hacia el buen camino. Así el Krisna de los hindúes sería el mismo ser que el Cristo de los cristianos. En el fondo se trata, según Nueva Era, del Cristo cósmico que se manifiesta de diferentes maneras. "Hay un solo y único avatar que se sumerge en el océano de la vida, se remonta a un lugar y se hace célebre bajo el nombre de Krisna, para sumergirse de nuevo y surgir en otro lugar con el nombre de Cristo" (Ramakrishna).

 

Como conclusión, vemos que en Nueva Era se puede cambiar de religión como de camisa, pues todas son tan verdaderas como incompletas, asimismo las divinidades pueden adoptar una u otra forma, según el contexto cultural o las necesidades psicológicas de los pueblos. Esta idea no tiene absolutamente nada que ver con el cristianismo y es rechazada por los representantes serios de cualquier religión, como hemos visto que hace el Dalai Lama. El ecumenismo, sin embargo, sí es plenamente cristiano y es una práctica constante de la Iglesia sobre todo a partir del Concilio Vaticano II. Se inscriben dentro de esta línea el encuentro en Asís de hace unos años de representantes religiosos de todo el mundo para orar juntos. O el más reciente en Marruecos entre representantes de las tres grandes religiones monoteístas: judíos, musulmanes y cristianos. Aquí hay verdadero acercamiento, escucha, respeto mutuo, anhelo de compartir y propuestas concretas para la acción, cosa que no se da en el sincretismo.

Ecumenismo con Cuidado

Necesidad y finalidad de la formación ecuménica

 

[55] "La preocupación por realizar la unión concierne a toda la Iglesia, a los fieles igual que a los pastores, y afecta a cada uno según sus posibilidades, tanto en la vida diaria como en la investigación teológica e histórica"[1]. Teniendo en cuenta la naturaleza de la Iglesia católica, los católicos hallarán en su fidelidad a las indicaciones del Concilio Vaticano II los medios para contribuir a la formación ecuménica de cada uno de sus miembros y a la vez de toda la comunidad a la que pertenecen. La unidad de todos en Cristo será así el resultado de un crecimiento común y de una común maduración, pues la llamada de Dios a la conversión interior[2] y a la renovación[3] en la Iglesia, tan importantes para la búsqueda de la unidad, no excluyen a nadie.

 

Por este motivo todos los fieles están llamados a comprometerse en promover una comunión creciente con los otros cristianos. Pero los miembros del Pueblo de Dios comprometidos en la formación ‑como los superiores y el personal docente de institutos superiores y de institutos especializados ­pueden aportar una contribución especial. Los que realizan un trabajo pastoral, en particular los sacerdotes que trabajan en parroquias y otros ministros ordenados, tienen un papel que jugar en esta materia. Cada Obispo, los Sínodos de las Iglesias orientales católicas y las Conferencias episcopales son los responsables de dar las directrices generales sobre la formación ecuménica.

 

Adaptación de la formación a las situaciones concretas de las personas

 

[56] El ecumenismo exige renovación de actitudes y flexibilidad en los métodos para buscarla unidad. Hay que tener también en cuenta la variedad de las personas, de las funciones y de las situaciones, e incluso la especificidad de las Iglesias particulares y de las comunidades comprometidas con ellas en la búsqueda de la unidad. Por eso, la formación ecuménica pide una pedagogía adaptada a las situaciones concretas de la vida de las personas y de los grupos, respetando la exigencia de progresividad en un esfuerzo de continua renovación y cambio de actitud.

 

[57] Todos cuantos se ocupan de la pastoral y no sólo los docentes se formarán así progresivamente, según las principales orientaciones siguientes:

 

a) Desde el comienzo se precisan el conocimiento de la Escritura y la formación doctrinal, unidas al conocimiento de la historia y de la situación ecuménica del país en que se vive.

 

b) El conocimiento de la historia de las divisiones y de los esfuerzos de reconciliación, así como de las posiciones doctrinales de las otras Iglesias y Comunidades eclesiales permite analizar los problemas en su contexto sociocultural y discernir en las expresiones de la fe lo que es diversidad legítima y lo que es divergencia incompatible con la fe católica.

 

c) Este modo de ver tendrá en cuenta los resultados y aclaraciones procedentes de los diálogos teológicos y de los estudios científicos. Es incluso deseable que los cristianos escriban juntos la historia de sus divisiones y de sus esfuerzos por buscar la unidad.

 

d) Así podrá evitarse el peligro de interpretaciones subjetivas, tanto en la presentación de la fe católica como en la forma en que la Iglesia católica entiende la fe y la vida de las otras Iglesias y Comunidades eclesiales.

 

e) A medida que progresa, la formación ecuménica hace ver como inseparables la preocupación por la unidad de la Iglesia católica y la de la comunión con las otras Iglesias y Comunidades eclesiales.

 

f) La preocupación por esta unidad y esta comunión implica que los católicos tengan empeño en profundizar a la vez en la relación con los cristianos orientales y con los procedentes de la Reforma.

 

g) El método de enseñanza-que tiene en cuenta la necesidad de progresividad- permite distinguir y distribuir gradualmente la materia y los respectivos contenidos según las diversas fases de la formación doctrinal y de la experiencia ecuménica.

 

Así todos los que se ocupan de la pastoral serán fieles a la Tradición santa y viviente, que es fuente de iniciativa en la Iglesia. Sabrán evaluar y acoger la verdad, dondequiera que se halle: "Toda verdad, venga de donde venga, es del Espíritu Santo”[4].  

 

A. FORMACION DE TODOS LOS FIELES

[58] La preocupación por la unidad está en el corazón de la concepción de la Iglesia. La formación ecuménica trata de que todos los cristianos estén animados por el espíritu ecuménico, sean las que fueren su misión y su función particulares en el mundo y en la sociedad. En la vida del fiel, lleno del Espíritu de Cristo, tiene importancia primordial el don implorado por Cristo antes de su Pasión, es decir, "la gracia de la unidad". Esta unidad es, en primer lugar, unidad con Cristo en un único movimiento de caridad hacia el Padre y hacia el prójimo. En segundo término, es la comunión profunda y activa del fiel con la Iglesia universal en la Iglesia particular a la que pertenece[5]. En tercer lugar, es la plenitud de la unidad visible buscada con todos los cristianos de las otras Iglesias y Comunidades eclesiales.

 

Medios de formación

 

[59] Escucha y estudio de la Palabra de Dios. La Iglesia católica ha considerado siempre las Sagradas Escrituras, junto con la Tradición, "como la regla suprema de su propia fe"; ellas son para sus hijos "el alimento del alma, la fuente pura y permanente de su vida espiritual"[6]. Nuestros hermanos y hermanas de otras Iglesias y Comunidades eclesiales tienen una reverencia y amor profundo por las Sagradas Escrituras. Esto les lleva al estudio constante y diligente de los libros sagrados[7]. Así, siendo una y la misma para todos los cristianos, la Palabra de Dios consolidará progresivamente el camino de la unidad en la medida en que nos acerquemos a ella con atención religiosa y estudio amoroso.

 

[60] La predicación. Hay que prestar un particular cuidado a la predicación, tanto durante el culto propiamente litúrgico como fuera de él. Como afirma Pablo VI, "como evangelizadores que somos, debemos ofrecer a los fieles de Cristo la imagen no de hombres divididos y separados por litigios nada edificantes, sino de personas maduras en la fe, capaces de encontrarse juntos por encima de tensiones concretas, gracias a la búsqueda común, sincera y desinteresada de la verdad"[8]. Las diferentes partes del año litúrgico ofrecen ocasiones favorables para desarrollar los temas de la unidad cristiana, impulsar al estudio, a la reflexión y a la oración.

 

La predicación debe preocuparse de revelar el misterio de la unidad de la Iglesia y, en cuanto sea posible, de promover la unidad de los cristianos de forma visible. En la predicación debe evitarse todo uso impropio de la Sagrada Escritura.

 

[6I] La catequesis. La catequesis no consiste únicamente en enseñar la doctrina, sino en iniciar a la vida cristiana completa, con plena participación en los sacramentos de la Iglesia. Pero esta enseñanza puede también ayudar a formar en un auténtico comportamiento ecuménico, como se indica en la Exhortación apostólica de Juan Pablo II Catechesi Tradendae (in. 32‑33), siguiendo estas líneas directrices:

 

a) En primer lugar la catequesis debe exponer con claridad, con caridad y con la firmeza requerida toda la doctrina de la Iglesia católica, respetando especialmente el orden y la jerarquía de las verdades[9] y evitando las expresiones o formas de exponer la doctrina que obstaculizarían el diálogo.

 

b) Al hablar de las otras Iglesias y Comunidades eclesiales es importante presentar correcta y lealmente su enseñanza. Entre los elementos por los que se construye y vivifica la misma Iglesia, varios, e incluso muchos y de gran valor, pueden existir fuera de los límites visibles de la Iglesia católica[10]; el Espíritu de Cristo no rehúsa, por tanto, servirse de estas comunidades como medios de salvación. El hacer esto pone de relieve las verdades de fe poseídas en común por las diferentes confesiones cristianas. Esto ayudará a los católicos, por una parte a profundizar en su fe, y por otra a conocer y estimar más a los otros cristianos, facilitando así la búsqueda en común del camino de la plena unidad en la verdad completa[11].

 

c) La catequesis tendrá una dimensión ecuménica si suscita y alimenta un verdadero deseo de unidad, y aún más, si provoca esfuerzos sinceros, incluidos los esfuerzos de humildad para purificarse, a fin de quitar los obstáculos existentes a lo largo del camino, no mediante fáciles omisiones y concesiones en el plano doctrinal, sino orientándose a la unidad perfecta, como la quiere el Señor y por los medios que El quiere[12].

 

d) Además, la catequesis debe tener esta misma dimensión ecuménica si se dedica a preparar a los niños y a los jóvenes, así como a los adultos, para vivir en contacto con otros cristianos, formándose como católicos y al mismo tiempo respetando la fe de los otros[13].

 

e) Esto se puede hacer discerniendo las posibilidades ofrecidas por la distinción entre las verdades de fe y sus modos de expresión[14]; por el esfuerzo mutuo de conocimiento y estima de los valores presentes en las tradiciones teológicas respectivas; por el hecho de mostrar con claridad que el diálogo ha creado nuevas relaciones, las cuales, si se entienden bien, pueden llevar a la colaboración y a la paz[15].

 

f) Estas referencias a la Exhortación apostólica Catechesi Tradendae deben incluirse en la elaboración de los nuevos catecismos que se preparan en las Iglesias locales bajo la autoridad de los Obispos.

 

[62] La liturgia. Como "fuente primera e indispensable en la que los fieles deben beber un espíritu verdaderamente cristiano"[16], la liturgia aporta una contribución importante a la unidad de todos los que creen en Cristo; es una celebración y un factor de unidad; cuando se la entiende bien y todos participan plenamente, "contribuye en el más alto grado a que los fieles expresen y manifiesten a los demás, mediante su vida, el misterio de Cristo y la auténtica naturaleza de la verdadera Iglesia"[17].

 

a) Dado que la sagrada eucaristía es el sacramento admirable "por el que se expresa y realiza la unidad de la Iglesia"[18], es muy importante velar para que se celebre bien, para que los fieles que en ella participan, "ofreciendo la víctima inmaculada, no sólo por manos del sacerdote sino también junto con él, aprendan a ofrecerse ellos mismos y, por mediación de Cristo, sean consumados día a día en la unidad con Dios y entre ellos, para que finalmente Dios sea todo en todos"[19].

 

b) Bueno sería mantener la fidelidad a la oración por la unidad de los cristianos según las indicaciones dadas en el presente Directorio, ya en los momentos en que la liturgia lo propone -como por ejemplo en celebraciones de la Palabra o en las celebraciones orientales llamadas "Litia" y "Moleben"-, o bien especialmente durante la Misa -en la oración universal-, o durante las letanías llamadas "Ectenia", o incluso mediante la celebración de la Misa votiva por la Unidad de la Iglesia, con ayuda de subsidios apropiados.

 

Además es muy formativo ampliar las oraciones por la unidad a ciertas ocasiones, como la de la semana de oración por la unidad (18-25 de enero), o la de la semana de la Ascensión a Pentecostés, para que el Espíritu Santo se digne confirmar a la Iglesia en su unidad y en la apostolicidad de su misión universal de salvación.

 

[63] La vida espiritual. En el movimiento ecuménico es preciso dar la prioridad ala conversión del corazón, ala vida espiritual y a su renovación. "Esta conversión del corazón y esta santidad de vida, unidas a las oraciones públicas y privadas por la unidad de los cristianos, deben ser estimadas como el alma de todo el movimiento ecuménico y pueden con todo derecho llamarse ecumenismo espiritual"[20]. Así, en la medida en que vive una vida espiritual auténtica que tiene como centro al mismo Cristo Salvador, y como fin la gloria de Dios Padre, cada cristiano puede participar en profundidad en el movimiento ecuménico siempre y en todo lugar, dando por su vida testimonio del Evangelio de Cristo[21].

 

a) Los católicos valorarán también ciertos elementos y bienes, fuentes de vida espiritual, que se encuentran en las otras Iglesias y Comunidades eclesiales, y que pertenecen a la única Iglesia de Cristo: Sagrada Escritura, sacramentos y otras acciones sagradas, fe, esperanza, caridad, y otros dones del Espíritu[22]. Estos bienes han fructificado, por ejemplo, en la tradición mística del Oriente cristiano y los tesoros espirituales de la vida monástica, en el culto y la piedad de los anglicanos, en la oración evangélica y las diversas formas de espiritualidad de los protestantes.

 

b) Esta estima no debe ser puramente teórica; cuando las condiciones particulares lo permitan, deberá completarse con el conocimiento práctico de las otras tradiciones de espiritualidad. En consecuencia, el compartir la oración y una cierta forma de participación en el culto público o en las formas de devoción de los otros cristianos, de acuerdo con las normas existentes, pueden tener un valor formativo[23].

 

[64] Otras iniciativas. La colaboración en iniciativas caritativas y sociales, -como en las escuelas, hospitales, prisiones, etc.- tiene probado valor formativo, igual que el trabajo por la paz en el mundo o en regiones particulares de la tierra donde se encuentra amenazada, por los derechos del hombre y por la libertad religiosas[24].

 

Estas actuaciones, bien dirigidas, pueden mostrar la eficacia de la aplicación social del Evangelio y la fuerza práctica de la sensibilidad ecuménica en diversos ámbitos. Una reflexión periódica sobre los fundamentos cristianos de tales actuaciones, para verificar su calidad, su fecundidad, y para corregir sus defectos, será igualmente educativa y constructiva.

 

Ambientes apropiados para la formación

[65] Son los lugares donde paso a paso se desarrollan la madurez humana y cristiana, el sentido de la sociabilidad y la comunión. Para esto tienen una importancia particular la familia, la parroquia, la escuela, los grupos, las asociaciones y movimientos eclesiales.

 

[66] La familia, llamada "Iglesia doméstica" por el Concilio Vaticano II[25], es el primer lugar en que a diario se construye o debilita la unidad por el encuentro de personas, diferentes en muchos aspectos, pero que se aceptan en una comunión de amor; ahí se ha de vigilar también para no mantener prejuicios, sino al contrario buscar en todo la verdad.

 

a) La conciencia de su identidad y de su misión cristianas dispone a la familia a ser también una comunidad para los demás, abierta no sólo

 

para con la Iglesia sino también para con la sociedad humana, dispuesta al diálogo y al compromiso social. Como la Iglesia, debe ser el ambiente en que se transmite y del que irradia el Evangelio; en efecto, la Constitución conciliar Lumen Gentium afirma que en la Iglesia doméstica "los padres deben ser para sus hijos los primeros anunciadores de la fe, con su palabra y con su ejemplo" (n° 11).

 

b) Las familias formadas por matrimonios mixtos deben esforzarse en proclamar a Cristo según todas las exigencias del bautismo que tienen en común; tienen además el delicado deber de ser ellas mismas artífices de unidad[26]. "El bautismo común y el dinamismo de la gracia proporcionan a los esposos en estos matrimonios el fundamento y motivación que les llevan a expresar su unidad en la esfera de los valores morales y espirituales"[27].

 

[67] La parroquia, como unidad eclesial reunida en torno a la Eucaris­tía, debe ser y proclamarse el lugar del auténtico testimonio ecuménico. Uno de los grandes deberes de la parroquia es, en consecuencia, el de educara sus miembros en el espíritu ecuménico. Esto exige una cuidadosa atención a los contenidos y a las formas de predicación, sobre todo de la homilía, y también de la catequesis. Exige además un programa pastoral, lo que supone que haya alguien encargado de la animación y de la coordinación ecuménica, que trabaje en estrecha colaboración con el párroco; éste pudiera también encargarse de los diversos modos de colabo­ración con las parroquias correspondientes de los otros cristianos. Esto exige finalmente que la parroquia no esté desgarrada por polémicas inter­nas, por polarizaciones ideológicas o por acusaciones recíprocas entre cristianos, sino que cada cual, según su espíritu y su vocación propia, se haga el servidor de la verdad en el amor[28].

 

[68] La escuela, de cualquier orden o nivel, debe dar una dimensión ecuménica a su enseñanza religiosa, y tender según su forma propia, a la formación del corazón y de la inteligencia en los valores humanos y religiosos, educando para el dialogo, para la paz y las relaciones interpersonales[29].

 

a) El espíritu de caridad, de respeto y de diálogo exigen la eliminación de los prejuicios y de las palabras que deforman la imagen de los otros hermanos cristianos. Esto vale sobre todo para las escuelas católicas, donde los jóvenes deben crecer en la fe, en la oración y en la resolución de poner en práctica el Evangelio cristiano de la unidad. Habrá que cuidar de enseñarles el ecumenismo auténtico, según la doctrina de la Iglesia católica.

 

b) Cuando sea posible, en colaboración con otros docentes, no se deje de tratar las diversas disciplinas, como por ejemplo la historia y el arte, de un modo que destaque los problemas ecuménicos en un espíritu de diálogo y de unidad. A tal fin, es de desear también que los profesores sean correcta y adecuadamente informados sobre los orígenes, historia y doctrinas de las otras Iglesias y Comunidades eclesiales, sobre todo de las que están en el mismo territorio.

 

[69] Los grupos, asociaciones y movimientos eclesiales. La vida cristiana, y de modo especial la vida de las Iglesias particulares, se ha ido enriqueciendo a lo largo de la historia con una variedad de expresiones, proyectos, espiritualidades, según los carismas dados por el Espíritu para la edificación de la Iglesia, manifestándose una neta distinción de tareas al servicio de la comunidad.

 

Los que se encuentran en tales grupos, movimientos y asociaciones, deben estar penetrados por un sólido espíritu ecuménico. Para vivir su compromiso bautismal en el mundo[30], buscando, sea la unidad católica por el diálogo y la comunión entre los diversos movimientos y asociaciones, o bien una comunión más amplia con otras Iglesias y Comunidades eclesiales y con los movimientos y grupos que en ellas se inspiran, es preciso que estos esfuerzos se realicen basándose en una sólida formación y a la luz de la sabiduría y de la prudencia cristianas.

 

B. FORMACION DE LOS QUE TRABAJAN

 

EN EL MINISTERIO PASTORAL

 

1. MINISTROS ORDENADOS

 

[70] Entre los principales deberes de todo futuro ministro ordenado está el de formarse una personalidad que, en lo posible, pueda servir a su misión de ayudar a los demás a encontrar a Cristo. En esta perspectiva, el candidato al ministerio debe cultivar plenamente las cualidades humanas que hacen a una persona aceptable y creíble para los demás, vigilando su propio lenguaje y sus propias capacidades de diálogo, para adquirir una actitud auténticamente ecuménica. Lo que es esencial para quien tiene función de maestro y de pastor en la Iglesia particular, como el Obispo, o que puede tener cargo de almas como sacerdote, no es de menor importancia para el diácono, y de modo especial para los diáconos permanentes, llamados al servicio de la comunidad de fieles.

 

[71 ] Cuando un ministro toma iniciativas u organiza encuentros, tiene que actuar con lucidez y fidelidad a 1a Iglesia, respetando las diversas competencias y siguiendo las disposiciones que los pastores de la Iglesia, en virtud de su mandato, establecen para el movimiento ecuménico de la Iglesia universal y para cada Iglesia particular, a fin de colaborar en la construcción de la unidad de los cristianos sin prejuicios y sin iniciativas desafortunadas.

 

a) La formación doctrinal

 

[72] Las conferencias episcopales se asegurarán de que los planes de estudios den la dimensión ecuménica de cada materia y prevean un estudio específico del ecumenismo. Verificarán que estos planes de estudio sean conformes a las indicaciones de este Directorio.

 

a-1) La dimensión ecuménica de las diversas materias

 

[73] La acción ecuménica "no puede ser sino plena y sinceramente católica, es decir, fiel a la verdad recibida de los Apóstoles y de los Padres, y conforme a la fe que la Iglesia católica ha profesado siempre”[31].

 

[74] Los estudiantes deben aprender a distinguir entre las verdades reveladas, las cuales exigen todas el mismo asentimiento de fe, el modo de enunciarlas, y las doctrinas teológicas[32]. En lo concerniente a la formulación de las verdades reveladas, se tendrá en cuenta lo que dice, entre otros, la declaración de la Congregación para la Doctrina de la Fe Mysterium Ecclesiae, 5: "Las verdades que la Iglesia pretende enseñar realmente por sus fórmulas dogmáticas son sin duda distintas de las concepciones cambiantes propias de una determinada época; pero no se excluye que hayan sido eventualmente formuladas, incluso por el Magisterio, en términos que llevan huellas de esas concepciones. Teniendo en cuenta estas consideraciones, hay que decir que las fórmulas dogmáticas del Magisterio han sido aptas desde el comienzo para comunicar la verdad revelada y que, permaneciendo sin cambios, la comunicarán siempre a quienes las interpreten bien"[33]. Aprendan, pues, los estudiantes a hacer la distinción entre "el depósito mismo de la fe, o las verdades contenidas en nuestra venerable doctrina”[34], y el modo en que están formuladas estas verdades; entre las verdades a enunciar y los variados modos de percibirlas y ponerlas a la luz; entre la tradición apostólica y las tradiciones estrictamente eclesiásticas; y aprendan al mismo tiempo a reconocer y respetar el valor permanente de las fórmulas dogmáticas. Los estudiantes deben estar preparados desde el tiempo de su formación filosófica para distinguir la legítima diversidad en teología que proviene de los diferentes métodos y los diversos lenguajes que emplean los teólogos para penetrar los misterios divinos. Podrá verse, en efecto, cómo las diferentes formulaciones teológicas son más complementarias que contradictorias.

 

[75] Además es preciso que se respete siempre la "jerarquía de las verdades" de la doctrina católica, verdades que, aun exigiendo todas el debido asentimiento de fe, no tienen sin embargo todas el mismo lugar céntrico en el misterio revelado en Jesucristo, porque están ligadas de modo diverso a lo que es el fundamento de la fe cristiana[35].

 

a-2) Dimensión ecuménica de las disciplinas teológicas en general

 

[76] La apertura ecuménica es una dimensión constitutiva de la formación de los futuros sacerdotes y diáconos: "La teología y las demás disciplinas, sobre todo la historia, deben enseñarse también con sentido ecuménico para responder mejor a la realidad"[36]. La dimensión ecuménica de la formación teológica no debe limitarse a las diferentes categorías de enseñanza. Puesto que hablamos de enseñanza interdisciplinar -y no solamente "pluridisciplinar"­ tendrá que implicar la cooperación entre los profesores afectados y una coordinación recíproca. Para todas las materias, incluso las fundamentales, se podrá subrayar oportunamente los siguientes aspectos:

 

a) los elementos del patrimonio cristiano en el plano de la verdad y de la santidad que son comunes a todas las Iglesias y Comunidades eclesiales, aunque se enuncien a veces con una formulación teológica distinta;

 

    b) las riquezas de liturgia, de espiritualidad y de doctrina propias de cada comunión, pero que pueden ayudar a los cristianos a obtener un conocimiento más profundo de la naturaleza de la Iglesia;

 

c) los puntos que son causa de desacuerdo en materia de fe y de moral, pero que pueden animar a investigaciones más profundas de la Palabra de Dios y llevar a distinguir entre las contradicciones reales y las contradicciones aparentes.

 

a-3) Dimensión ecuménica de las disciplinas teológicas en particular

 

[77] En cada disciplina teológica, el acercamiento ecuménico debe llevarnos a considerar la vinculación existente entre la materia particular y el misterio de la unidad de la Iglesia. Además el profesor debe inculcar a sus alumnos la fidelidad a toda la Tradición auténticamente cristiana en materia de teología, de espiritualidad y de disciplina eclesiástica. Cuando los estudiantes comparen su propio patrimonio con las riquezas de las tradiciones cristianas de Oriente y de Occidente, según su expresión antigua y moderna, tendrán una más viva conciencia de esta plenitud[37].

 

[78] Este estudio comparativo es importante en todas las materias: para el estudio de la Escritura, fuente común de la fe de todos los cristianos; para el estudio de la tradición apostólica que se halla en los Padres de la Iglesia y en los demás escritores eclesiásticos de Oriente y de Occidente; para la liturgia, donde se comparan científicamente las diversas formas del culto divino y su importancia doctrinal y espiritual; para la teología dogmática y moral, especialmente en lo relativo a los problemas surgidos del diálogo ecuménico; para la historia de la Iglesia, en la que se debiera hacer una cuidadosa investigación sobre la unidad de la Iglesia y sobre las causas de la separación; para el derecho canónico, donde se ha de distinguir bien entre los elementos de derecho divino y los que son de derecho eclesiástico, que pueden someterse a cambios según los tiempos, las formas de cultura o las tradiciones locales; y, finalmente, para la formación pastoral y misionera y para los estudios sociológicos, en los que hay que estar atentos a la situación común a todos los cristianos al afrontar el mundo moderno. Así se expresará de modo mejor y de forma más completa la plenitud de la revelación divina, y cumpliremos mejor la misión que Cristo confió a su Iglesia para el mundo.

 

a-4) Curso especial de ecumenismo

 

[79] Aunque la dimensión ecuménica deba penetrar toda la formación teológica, es de suma importancia que se dé un curso de ecumenismo en el marco del primer ciclo, en el momento más oportuno. Este curso debería ser incluso obligatorio. En términos generales, puede tener el siguiente contenido:

 

a) las nociones de catolicidad, de unidad orgánica y visible de la Iglesia, de "oikoumene", de ecumenismo, según su origen histórico y su significado actual desde el punto de vista católico;

 

b) los fundamentos doctrinales de la actividad ecuménica, prestando especial atención a los vínculos de comunión actualmente existentes entre las Iglesias y las Comunidades eclesiales[38].

 

c) la historia del ecumenismo, que comprende la de las divisiones y de las numerosas tentativas emprendidas durante siglos para restablecer la unidad, y de sus éxitos y fracasos; igualmente el estado actual de la búsqueda de la unidad;

 

d) el objetivo y el método del ecumenismo, de las diversas formas de unión y de colaboración, la esperanza de restablecer la unidad, las condiciones de la unidad, el concepto de plena y perfecta unidad;

 

e) el aspecto "institucional" y la vida actual de las diferentes comunidades cristianas; tendencias doctrinales, causas reales de las separaciones, esfuerzos misioneros, espiritualidad, formas de culto divino, necesidad de un mejor conocimiento de la teología y la espiritualidad orientales[39]; algunos problemas más específicos, como: participación común en el culto, el proselitismo y el irenismo, la libertad religiosa, los matrimonios mixtos, el puesto de los seglares, y en especial de las mujeres, en la Iglesia;

 

g) el ecumenismo espiritual, en particular el significado de la oración por la unidad y de otras formas de acercamiento a la unidad por la que Cristo rogó.

 

[80] Para la organización del plan de estudios se sugiere lo siguiente:

 

a) Sería bueno que se diera bastante pronto una introducción general al ecumenismo, de modo que los estudiantes puedan estar sensibilizados desde el inicio mismo de sus estudios teológicos a la dimensión ecuménica de sus estudios[40]. Dicha introducción trataría los elementos básicos del ecumenismo.

 

b) La parte especial de la enseñanza sobre el ecumenismo tendría su lugar normal al final del primer ciclo de estudios teológicos, o bien al final de los estudios en los seminarios, de modo que los estudiantes, adquiriendo un amplio conocimiento del ecumenismo, puedan realizar una síntesis del mismo con su formación teológica.

 

c) Han de escogerse cuidadosamente los textos de estudio y los manuales; deberán exponer con fidelidad la enseñanza de los otros cristianos en historia, teología y espiritualidad, de manera que permitan una confrontación honrada y objetiva, y estimular a la par una profundización posterior en la doctrina católica.

 

[81] Puede ser útil invitar a conferenciantes y expertos de otras tradiciones en el contexto de la reglamentación de la colaboración entre las instituciones católicas y los centros que dependen de otros cristianos[41]. Si surgieran problemas peculiares en un seminario o instituto particular, corresponde al Obispo de la diócesis decidir, según las directrices establecidas por la Conferencia episcopal, las iniciativas a tomar, bajo la responsabilidad de las autoridades académicas, y tras haber verificado las cualidades morales y profesionales exigidas para los conferenciantes de las otras Iglesias y Comunidades eclesiales. En estos intercambios culturales ha de asegurarse siempre la permanencia del carácter católico del instituto, así como su derecho y deber de formar a sus propios candidatos y de enseñar la doctrina católica según las normas de la Iglesia.

 

b) Experiencia ecuménica

 

[82] Durante el período de formación, para que el acercamiento al ecumenismo no quede desligado de la vida, sino arraigado en la experiencia viva de las comunidades, es útil organizar encuentros y discusiones con otros cristianos, pero observando las normas de la Iglesia católica tanto a nivel universal como particular, e invitando a representantes de otras comunidades que posean la preparación profesional, religiosa y el espíritu ecuménico necesarios para un diálogo sincero y constructivo. Podrían también preverse encuentros con estudiantes de otras Iglesias y Comunidades eclesiales[42]. Pero los institutos de formación difieren tanto que no es posible fijar reglas uniformes. En efecto, la realidad presenta matices diversos según los diferentes países o regiones y según la variedad de relaciones entre la Iglesia católica y las otras Iglesias y Comunidades eclesiales en los planos de la eclesiología, de la colaboración y del diálogo. Aquí también es muy importante e indispensable la exigencia de progresividad y de adaptación. Los superiores deben acudir a los principios generales y adaptarlos a las circunstancias y a las ocasiones particulares.

 

2. MINISTROS Y COLABORADORES NO ORDENADOS

 

a) Formación doctrinal

 

[83] Para colaborar en la acción pastoral existen, además de los ministros ordenados, otros colaboradores reconocidos -catequistas, docentes, animadores laicos‑. Para su formación se han organizado en las Iglesias locales los institutos de ciencias religiosas, los institutos de pastoral y otros centros de formación y puesta al día. Para ellos valen los mismos planes de estudios y las mismas normas que para los institutos de teología, aunque adaptados al nivel de los participantes y de sus estudios.

 

[84] Más en particular, teniendo en cuenta la legítima variedad de los carismas y de las obras propias de los monasterios, de los institutos de vida consagrada y de las sociedades de vida apostólica, es de particular importancia que "todo instituto comulgue con la vida de la Iglesia y haga suyas y favorezca con todas sus fuerzas, según su propio carisma, las iniciativas y las intenciones de la Iglesia en los diversos terrenos", incluido el "terreno ecuménico"[43].

 

Su formación debe comportar una dimensión ecuménica desde el noviciado y luego durante las etapas siguientes. En relación con los planes de estudio de los ministros ordenados, la Ratio formationis de cada instituto debe prever que se subraye la dimensión ecuménica de las diversas disciplinas y a la vez que haya un curso específico de ecumenismo adaptado a las circunstancias y a las situaciones locales. A1 mismo tiempo es importante que la autoridad competente del instituto procure la formación de especialistas en ecumenismo para orientar el compromiso ecuménico de todo el instituto.

 

b) Experiencia ecuménica

 

[85] Para que lo estudiado pase a la práctica, es útil fomentar los contactos e intercambios entre los monasterios y comunidades religiosas católicas y los de las otras Iglesias y Comunidades eclesiales, en forma de intercambios de información, de ayuda espiritual, y a veces material, o en forma de intercambios culturales[44].

 

[86] Dada la importancia del papel de los laicos en la Iglesia y en la sociedad, ha de animarse a los laicos responsables de la acción ecuménica a mantener contactos e intercambios con las otras Iglesias y Comunidades eclesiales, según las normas dadas en este Directorio.

 

C. FORMACIÓN ESPECIALIZADA

[87] Importancia de la formación para el diálogo. Habida cuenta de la influencia de los centros superiores de cultura, parece evidente que las facultades eclesiásticas y otros institutos superiores de estudios deben jugar un papel especialmente importante en la preparación para el diálogo ecuménico, para su desarrollo y para el progreso de la unidad de los cristianos, que este mismo diálogo ayuda a alcanzar. La preparación pedagógica para el diálogo debe responder a las exigencias siguientes:

 

a) un compromiso personal y sincero, vivido en la fe, sin la cual el diálogo no sería un diálogo entre hermanos y hermanas sino un puro ejercicio académico;

 

b) la búsqueda de caminos y medios nuevos para establecer relaciones mutuas y para restablecer la unidad, fundada en una mayor fidelidad al Evangelio y en la auténtica profesión de la fe cristiana en verdad y caridad;

 

c) la conciencia de que el diálogo ecuménico no tiene carácter puramente privado entre personas o grupos particulares, sino que se incluye en el compromiso de toda la Iglesia, y debe por consiguiente llevarse de modo coherente con la enseñanza y las directrices de sus Pastores;

 

d) una disposición a reconocer que los miembros de las diversas Iglesias y Comunidades eclesiales pueden ayudarnos a captar mejor y a presentar con exactitud la doctrina y la vida de sus propias comunidades;

 

e) el respeto de la conciencia y de la convicción personales de quien expone un aspecto o una doctrina de su propia Iglesia, o bien su forma particular de comprender la revelación divina;

 

f) el reconocimiento del hecho de que no todos poseen igual preparación para tomar parte en un diálogo, dado que difieren los niveles de educación, de madurez, de espíritu y de progreso espiritual.

 

Papel de las facultades eclesiásticas

 

[88] La Constitución apostólica Sapientia Christiana especifica que desde el primer ciclo de la facultad de teología se debe estudiar la teología fundamental, con referencia también a las cuestiones relativas al ecumenismo[45].

 

De igual modo, en el segundo ciclo "las cuestiones ecuménicas deben tratarse cuidadosamente, según las normas dadas por la autoridad eclesiástica competente"[46].

 

En otros términos, será oportuno dar cursos de especialización sobre el ecumenismo, los cuales, además de los elementos ya indicados más arriba en el n° 80, podrán tratar de lo que sigue:

 

a) el estado actual de las relaciones entre la Iglesia católica y las demás Iglesias y Comuniones eclesiales, basado en el estudio de los resultados del diálogo que han sido publicados;

 

b) el estudio del patrimonio y de las tradiciones de los otros cristianos de Oriente y de Occidente;

 

c) la importancia del Consejo Ecuménico de las Iglesias para el movimiento ecuménico y la situación actual de las relaciones entre la Iglesia católica y dicho Consejo;

 

d) el papel de los Consejos nacionales e internacionales de Iglesias, sus realizaciones y sus dificultades.

 

Ha de recordarse además que la dimensión ecuménica debe estar presente en la enseñanza y la investigación teológicas.

 

Papel de las universidades católicas

 

[89] También ellas están llamadas a dar una formación ecuménica sólida. He aquí, a título de ejemplo, algunas de las medidas apropiadas que pueden tomar:

 

a) estimular una dimensión ecuménica en los métodos de enseñanza e investigación, cuando la materia se presta a ello;

 

b) prever coloquios y jornadas de estudio consagrados alas cuestiones ecuménicas;

 

c) organizar conferencias y reuniones para realizar en común un estudio, un trabajo o una actividad social, reservando un tiempo para buscar los principios cristianos de la acción social y los medios para aplicarlos.

 

Estas ocasiones, que reúnen sólo a católicos o a católicos con otros cristianos, deben animar en lo posible a la colaboración con los demás institutos superiores que existan en el territorio;

 

d) reservar un lugar en los periódicos y en las revistas universitarias para la crónica de los acontecimientos relativos al ecumenismo, así como para estudios más profundos, preferentemente para comentarios de los documentos comunes del diálogo entre Iglesias.

 

e) En los colegios adscritos a las universidades hay que recomendar vivamente las buenas relaciones entre los católicos y otros estudiantes cristianos, que, bien guiados, pueden aprender gracias a estas relaciones a vivir juntos en un espíritu ecuménico profundo y ser testigos fieles de su fe cristiana.

 

f) Conviene dar particular relieve a la oración por la unidad, no sólo durante la semana prevista para ello, sino también en otras ocasiones durante el año. Según las circunstancias de lugares y personas y conforme a las normas establecidas para las celebraciones comunes, se pueden prever retiros en común, dirigidos por un guía espiritual experimentado.

 

g) Se ofrece un campo muy amplio para el testimonio común, en particular para las obras de carácter social o de beneficencia. Los estudiantes deberían ser preparados y animados a ello, y no sólo los estudiantes de teología, sino igualmente los de otras facultades, como las de derecho, sociología, economía política, que mediante su concurso ayudarán a facilitar y realizar tales iniciativas.

 

h) Los capellanes, los consiliarios de los estudiantes y los profesores tomarán especialmente a pecho el cumplir sus deberes en un espíritu ecuménico, sobre todo organizando algunas de las iniciativas arriba señaladas. Esta labor les exige tener un conocimiento profundo de la doctrina de la Iglesia, una competencia adecuada en las disciplinas académicas, una firme prudencia y el sentido de la mesura: todas estas cualidades deberían permitirles ayudar a sus estudiantes a armonizar su propia vida de fe con la apertura a los demás.

 

Papel de los institutos ecuménicos especializados

 

[90] Para cumplir su misión ecuménica, la Iglesia necesita buen número de expertos en esta materia: clérigos, religiosos, laicos, hombres y mujeres. Son necesarios incluso en las regiones de mayoría católica. .

 

a) Esto requiere institutos especializados equipados

 

 - de una documentación adecuada sobre el ecumenismo, especialmente sobre los diálogos que están llevándose a cabo y los programas futuros;

 

- de un cuerpo docente capaz y bien preparado a la vez en la doctrina católica y en el ecumenismo.

 

b) Las instituciones deberían comprometerse sobre todo en la investigación ecuménica, en colaboración, en cuanto sea posible, con expertos de otras tradiciones teológicas y con sus fieles; deberían organizar encuentros ecuménicos, como conferencias y congresos; tendrían que estar también en relación con las comisiones ecuménicas nacionales y con el Pontificio Consejo para la Promoción de la Unidad de los Cristianos, para estar constantemente al corriente del estado actual de los diálogos interconfesionales y de los progresos realizados.

 

c) Los expertos así formados podrán proveer de personal al movimiento ecuménico en la Iglesia católica, como miembros o como dirigentes de los organismos responsables, diocesanos, nacionales o internacionales, como profesores de cursos de ecumenismo en los institutos o en los centros eclesiásticos, o como animadores de un auténtico espíritu y de la acción ecuménica en su propio entorno.

 

D. FORMACIÓN PERMANENTE

[91] La formación doctrinal y práctica no se limita al período de formación sino que exige de los ministros ordenados y de los que trabajan en el ministerio pastoral una continua puesta al día, porque el movimiento ecuménico va evolucionando.

 

Al llevar a la práctica el programa previsto para la puesta al día pastoral de los clérigos -mediante reuniones y congresos, retiros, jornadas de reflexión o de estudio de los problemas pastorales- los Obispos y los superiores religiosos deberían conceder una atención diligente al ecumenismo, basándose en las siguientes indicaciones:

 

a) Instrucción sistemática a los sacerdotes, diáconos, religiosos, religiosas y laicos sobre el estado actual del movimiento ecuménico, de modo que puedan incluir la dimensión ecuménica en la predicación, en la catequesis, en la oración y en la vida cristiana en general. Si parece posible y oportuno, sería bueno invitar a veces a un ministro de otra Iglesia para que hable de su propia tradición o de problemas pastorales, que a menudo son comunes a todos.

 

b) Donde se presente la ocasión y con el consentimiento del Obispo diocesano, el clero católico y los que trabajan en la pastoral en la diócesis podrían participar en reuniones interconfesionales orientadas a mejorar las relaciones recíprocas y a resolver los problemas pastorales comunes con ayuda de todos. A menudo la realización de tales iniciativas se ve facilitada por la creación de consejos o asociaciones locales y regionales, etc., para el clero, o por la adhesión a asociaciones semejantes ya existentes.

 

c) Las facultades de teología, los institutos de estudios superiores, los seminarios y otros institutos de formación pueden contribuir mucho a la formación permanente, ya organizando cursos de estudio para los que trabajan en el ministerio pastoral, o aportando su concurso en personal docente y en material, para disciplinas y cursos organizados por otros.

 

d) Son además de gran utilidad los medios siguientes: una información exacta a través de los medios de comunicación de la Iglesia local y a ser posible también de los estatales; intercambio de información con los servicios de los medios de comunicación de las demás Iglesias y Comunidades eclesiales; relaciones sistemáticas y permanentes con las comisiones ecuménicas diocesana o nacional, para proporcionar a todos los católicos comprometidos en la pastoral una documentación precisa sobre el desarrollo del movimiento ecuménico.

 

e) Conviene además aprovechar los diversos tipos de encuentros espirituales para profundizar en los elementos de espiritualidad comunes y particulares. Estos encuentros dan ocasión para reflexionar sobre la unidad y orar por la reconciliación de todos los cristianos. En tales encuentros la participación de miembros de las diferentes Iglesias y Comunidades eclesiales puede favorecer la comprensión recíproca y el crecimiento de la comunión espiritual.

 

f) Finalmente, es de desear que se haga una evaluación periódica de la actividad ecuménica.

 

[1] UR, n. 5.

[2] Cf UR, n. 7.

[3] UR, n. 6.

[4] Ambrosiaster, PL, 17, 245.

[5] Cf CIC, can. 209, § 1; CCEO, can. 12, § 1.

[6] Constitución apostólica sobre la Revelación Dei Verbum (DV), n. 21.

[7] Cf UR, n. 21.

[8] EN, n. 77.

[9] Cf UR n. 11 AG n. 15. Sobre estas consideraciones, cf Directorio General de Catequesis, nn.27, 43; e infra, nn. 75 y 176.

[10] Cf UR, nn. 3‑4.

[11] Cf Exhortación apostólica Catechesi Tradendae (CT), n. 3, y CCEO, can. 625.

[12] Cf CT, n. 32.

[13] Cf ibídem.

[14] Cf UR, n. 6 y Constitución dogmática Gaudium et Spes (GS), n. 62.

[15] En lo que se refiere a la colaboración ecuménica en el dominio de la catequesis, cf CT, n. 33, e infra, nn. 188-190.

[16] Constitución sobre la Liturgia Sacrosanctum Concilium (SC), n. 14.

[17] Ibídem, n. 2.

[18] UR, n. 2.

[19] SC, n. 48.

[20] UR, n. 8.

[21] Cf ibidem, n. 7.

[22] Cf LG, n. 15 y UR, n. 3.

[23] Cf infra, nn. 102-142.

[24] Cf infra, nn. 161-218.

[25] LG, n. 11.

[26] Cf EN, n. 71; cf también infra, nn. 143-160.

[27] Exhortación apostólica Familiaris Consortio (FC), n. 78.

[28] Cf CIC, can. 529, § 2.

[29] Cf Declaración conciliar Gravissimum Educationis (GE), nn. 6-9.

[30] Cf LG, n. 31.

[31] UR, n. 24.

[32] Cf GS, n. 62, § 2; UR, n. 6; Mysterium Ecclesiae (ME), n. 5.

[33] AAS, 1973, 402-404.

[34] Directorio ecuménico, AAS 1970, 705-724.

[35] Cf ME, n. 4; cf también nn. 61a y 176.

[36] UR, n. 10; cf CIC, can. 256, § 2; CCEO, can. 350, § 4 y 352, § 3.

[37] Cf UR, nn. 14-17.

[38] Cf UR, cap. I.

[39] Cf ibídem, cap. III.

[40] Cf supra, nn. 76-80.

[41] Cf infra, nn, 194-195.

[42] Cf infra, nn. 192-194.

[43] Decreto conciliar Perfectae Caritatis (PC), n. 2.

[44] Cf supra, nn. 50-51.

[45] Cf SC, "Normas de aplicación", Art. 51, 1°, b.

[46] SC, n. 69.

Alertas con el Sinodo de la Sinoladidad

22 de agosto de 2023 

 

Mis queridos hijos e hijas en Cristo: 

 

¡Que el amor y la gracia de Nuestro Señor Jesucristo esté con vosotros siempre! 

 

En este tiempo de gran agitación en la Iglesia y en el mundo, debo hablaros con corazón de padre para advertiros de los males que nos amenazan y para aseguraros la alegría y la esperanza que siempre tenemos en nuestra Señor Jesucristo. El mensaje malvado y falso que ha invadido a la Iglesia, Esposa de Cristo, es que Jesús es sólo uno entre muchos, y que no es necesario que Su mensaje sea compartido con toda la humanidad. Esta idea debe ser evitada y refutada en todo momento. Debemos compartir la gozosa buena noticia de que Jesús es nuestro único Señor y que Él desea que toda la humanidad de todos los tiempos pueda abrazar la vida eterna en Él.  

 

Una vez que comprendamos que Jesucristo, el Divino Hijo de Dios, es la plenitud de la revelación y el cumplimiento del plan de salvación del Padre para toda la humanidad para todos los tiempos, y lo aceptemos con todo nuestro corazón, entonces podremos abordar los otros errores que plagan nuestra Iglesia y nuestro mundo que han sido provocados por un alejamiento de la Verdad. 

 

En la carta de San Pablo a los Gálatas, escribe: “Estoy asombrado de que tan pronto estéis abandonando al que os llamó por {la} gracia {de Cristo} por un evangelio diferente {no es que haya otro}. Pero hay algunos que os perturban y quieren pervertir el evangelio de Cristo. Pero incluso si nosotros, o un ángel del cielo, os anunciamos un evangelio distinto del que os hemos anunciado, ¡sea anatema! Como hemos dicho antes, y ahora lo repito, si alguno os predica un evangelio distinto del que habéis recibido, ¡sea anatema! (Gálatas 1:6-9) 

 

Como su padre espiritual, creo que es importante reiterar las siguientes verdades básicas que la Iglesia siempre ha entendido desde tiempos inmemoriales, y enfatizar que la Iglesia existe no para redefinir las cuestiones de fe, sino para salvaguardar el Depósito de la Fe como nos ha sido transmitido por Nuestro Señor mismo a través de los apóstoles, los santos y los mártires. Nuevamente, recordando la advertencia de San Pablo a los Gálatas, cualquier intento de pervertir el verdadero mensaje del Evangelio debe ser rechazado categóricamente por ser perjudicial para la Esposa de Cristo y sus miembros individuales.   

 

Cristo estableció Una Iglesia—la Iglesia Católica—y, por lo tanto, sólo la Iglesia Católica proporciona la plenitud de la verdad de Cristo y el camino auténtico hacia Su salvación para todos nosotros. 

 

La Eucaristía y todos los sacramentos son divinamente instituidos, no desarrollados por el hombre. La Eucaristía es verdaderamente el Cuerpo y la Sangre, el Alma y la Divinidad de Cristo, y recibirlo en la Comunión indignamente (es decir, en un estado de pecado grave e impenitente) es un sacrilegio devastador para el individuo y para la Iglesia. (1 Corintios 11:27-29) 

El Sacramento del Matrimonio es instituido por Dios. A través de la Ley Natural, Dios ha establecido el matrimonio entre un hombre y una mujer fieles el uno al otro de por vida y abiertos a los hijos. La humanidad no tiene el derecho ni la verdadera capacidad de redefinir el matrimonio. 

 

Cada persona humana es creada a imagen y semejanza de Dios, hombre o mujer, y se debe ayudar a todas las personas a descubrir su verdadera identidad como hijos de Dios, y no apoyarlas en un intento desordenado de rechazar su innegable identidad biológica y dada por Dios. . 

 

La actividad sexual fuera del matrimonio es siempre un pecado grave y ninguna autoridad dentro de la Iglesia puede tolerarla, bendecirla ni considerarla permisible. 

 

La creencia de que todos los hombres y mujeres serán salvos independientemente de cómo vivan sus vidas (un concepto comúnmente conocido como universalismo) es falsa y peligrosa, ya que contradice lo que Jesús nos dice repetidamente en el Evangelio. Jesús dice que debemos “negarnos a nosotros mismos, tomar nuestra cruz y seguirlo”. (Mateo 16:24) Él nos ha dado el camino, a través de Su gracia, a la victoria sobre el pecado y la muerte a través del arrepentimiento y la confesión sacramental. Es esencial que abracemos el gozo y la esperanza, así como la libertad, que provienen del arrepentimiento y de la confesión humilde de nuestros pecados. A través del arrepentimiento y la confesión sacramental, cada batalla contra la tentación y el pecado puede ser una pequeña victoria que nos lleve a abrazar la gran victoria que Cristo ha ganado por nosotros.  

 

Para seguir a Jesucristo, debemos elegir voluntariamente tomar nuestra cruz en lugar de intentar evitar la cruz y el sufrimiento que Nuestro Señor nos ofrece a cada uno de nosotros individualmente en nuestra vida diaria. El misterio del sufrimiento redentor, es decir, el sufrimiento que Nuestro Señor nos permite experimentar y aceptar en este mundo y luego ofrecerle de nuevo en unión con Su sufrimiento, nos humilla, nos purifica y nos lleva más profundamente a la alegría de una vida vivida en Cristo. Eso no quiere decir que debamos disfrutar o buscar el sufrimiento, pero si estamos unidos a Cristo, al experimentar nuestros sufrimientos diarios podemos encontrar la esperanza y el gozo que existen en medio del sufrimiento y perseverar hasta el fin en todo nuestro sufrimiento. (cf. 2 Tim 4,6-8)     

 

En las próximas semanas y meses, muchas de estas verdades serán examinadas como parte del Sínodo sobre la Sinodalidad. Debemos aferrarnos a estas verdades y ser cautelosos ante cualquier intento de presentar una alternativa al Evangelio de Jesucristo, o de impulsar una fe que hable de diálogo y hermandad, mientras intentamos eliminar la paternidad de Dios. Cuando buscamos innovar en lo que Dios en Su gran misericordia nos ha dado, nos encontramos en un terreno traicionero. La base más segura que podemos encontrar es permanecer firmemente en las enseñanzas perennes de la fe. 

 

Lamentablemente, es posible que algunos tilden de cismáticos a quienes no estén de acuerdo con los cambios que se proponen. Tengan la seguridad, sin embargo, de que nadie que permanezca firmemente en la plomada de nuestra fe católica es un cismático. Debemos permanecer descaradamente y verdaderamente católicos, independientemente de lo que pueda surgir.

 

Debemos ser conscientes también de que no estamos dejando que la Iglesia se mantenga firme contra estos cambios propuestos. Como dijo San Pedro: “¿Señor a quién iremos? Tu tienes las palabras de la vida eterna." (Jn 6:68) Por lo tanto, permanecer firmes no significa que estemos buscando salir de la Iglesia. En cambio, aquellos que proponen cambios a lo que no se puede cambiar buscan apoderarse de la Iglesia de Cristo, y ellos son de hecho los verdaderos cismáticos.  

 

Les insto, hijos e hijas míos en Cristo, a que ahora es el momento de asegurarse de mantenerse firmes en la fe católica de todos los tiempos. Todos fuimos creados para buscar el Camino, la Verdad y la Vida, y en esta era moderna de confusión, el verdadero camino es el que está iluminado por la luz de Jesucristo, porque la Verdad tiene un rostro y de hecho es Su rostro. . Tengan la seguridad de que Él no abandonará a Su Novia. 

 

Sigo siendo tu humilde padre y servidor, 

 

Reverendísimo Joseph E. Strickland 

Obispo de Tyler   

La Iglesia Alemana y la Sinoladidad

El Camino sinodal alemán desafía al resto de la Iglesia y aprueba bendecir las uniones de homosexuales y adúlteros

El sínodo alemán ha decidido introducir oficialmente la bendición de las uniones homosexuales, así como de las uniones de divorciados y vueltos a casar civilmente -adúlteros según Jesucristo-. Con sólo nueve obispos votando en contra, la Asamblea Sinodal decidió ayer invalidar la Escritura y veinte siglos de Tradición, así como un documento magisterial de la Congregación para la Doctrina de la Fe de hace dos años, según el cual la Iglesia no tiene autoridad para bendecir dichas uniones.

 

(CNAd/InfoCatólica) Además de los votos negativos, nueve, hubo once abstenciones de un total de 58 obispos. Si esos once obispos que se abstuvieron hubieran votado en contra del texto, se habría producido una minoría de bloqueo de más de un tercio de los obispos, con un total de 20 votos en contra.

 

Una medida similar ha provocado el cisma en la comunión anglicana.

 

Texto aprobado

 

El texto «Celebraciones de bendición para parejas que se aman» afirma que la Iglesia «ofrece reconocimiento y acompañamiento a las parejas que están unidas por el amor, se encuentran con pleno respeto y dignidad y están dispuestas a vivir su sexualidad a largo plazo con respeto por sí mismas, por los demás y con responsabilidad social».

 

En consecuencia, se recomienda a la Conferencia Episcopal Alemana y al Comité Central de los Católicos Alemanes que «desarrollen e introduzcan oportunamente celebraciones litúrgicas apropiadas». Un folleto debería incluir «formularios sugeridos para las celebraciones de bendición para diversas situaciones de pareja (parejas que se han vuelto a casar, parejas del mismo sexo, parejas después del matrimonio civil)», «así como una introducción teológico-pastoral y consejos práctico-pastorales».

 

Si bien no se impone a nadie la «obligación de dirigir tales celebraciones», a la inversa, ningún obispo puede imponer sanciones disciplinarias a un sacerdote que  las realice. De hecho, tales bendiciones ya han tenido lugar en todas las diócesis alemanas sin que se haya anunciado nunca ninguna consecuencia. Las ceremonias de bendición se introducirán oficialmente en marzo de 2026.

 

Debate

 

Varios obispos se pronunciaron en contra del texto de acción, entre ellos el obispo de Passau, Stefan Oster SDB. Subrayó: «El texto actual está pensado en el sentido de acompañar la pastoral y en esto sí que tenemos necesidad de aprender todos. Pero como el texto incluye todas las posibles relaciones de pareja concebibles y no disponemos de un texto base antropológico-teológico correspondiente y tampoco tenemos las diferenciaciones necesarias, en mi opinión también abre realmente la puerta a la arbitrariedad y, por tanto, no puede aprobarse».

 

El texto base no fue aprobado en septiembre de 2022 debido a una minoría de bloqueo de los obispos. Desde entonces, todas las votaciones son nominales, aunque se presente una solicitud estatutaria de voto secreto. Según la interpretación jurídica del Camino Sinodal, una votación nominal siempre menoscaba el clásico derecho de la minoría a una votación secreta, como fue el caso de la votación sobre el documento «Celebraciones de bendición para parejas que se aman».

 

Junto a monseñor Oster, monseñor Gregor Maria Hanke OSB dijo: «El texto dice celebraciones de bendición para parejas. Las celebraciones de bendición para parejas del mismo sexo entrarán aquí en analogía con el matrimonio sacramental. Al menos así lo interpretarán los interesados que hayan ido antes al registro civil».

 

Cisma como los anglicanos

 

«No puedo seguir este camino y espero además que este paso, en caso de producirse, no nos lleve a la discordia en la que se encuentra actualmente la Iglesia anglicana», advirtió el obispo de Eichstätt.

 

También el obispo de Ratisbona, Rudolf Voderholzer, dijo: «Es previsible que, tras la aprobación de la bendición, se plantee muy pronto la cuestión de si la bendición no es a su vez discriminatoria si luego, a pesar de todo, se rechaza el matrimonio. Una discusión en un grupo de trabajo de la audiencia en línea me convenció en su momento de que no se trata de una suposición sacada de la nada»

 

«Todavía recuerdo bien que en aquel momento se me indicó que no había razones válidas para negar el matrimonio sacramental a las parejas del mismo sexo», continuó Voderholzer. «Mi referencia a la posibilidad de procrear descendencia, que después de todo era uno de los propósitos del matrimonio, fue respondida con una referencia a la paternidad y maternidad espirituales. El siguiente paso es la maternidad subrogada. Respondí que esto contradecía mi concepción de lo holístico, que integra cuerpo y espíritu, cuerpo y alma del ser humano, y que yo consideraba esto como gnosis».

 

«En este contexto, no podía estar de acuerdo con este proyecto por razones de conciencia», explicó Voderholzer, y se remitió al documento de la Congregación para la Doctrina de la Fe de 2021, según el cual «la Iglesia no tiene autoridad para bendecir uniones de personas del mismo sexo en el sentido arriba indicado, ni puede disponer de esta autoridad».

 

Por su parte, el obispo auxiliar Herwig Gössl justificó su abstención. Él mismo había rechazado el texto en el foro sinodal correspondiente. Al mismo tiempo, no quería que «estas celebraciones sigan teniendo lugar en secreto« Por eso, al menos con mi abstención de hoy, quiero allanar el camino para que aquí se apruebe un texto».

 

Gössl es obispo auxiliar en la diócesis de Bamberg. Desde la dimisión del arzobispo Ludwig Schick en noviembre de 2022, también está a cargo de la diócesis hasta la consagración o toma de posesión de un nuevo arzobispo.

 

Aunque no es oficialmente miembro de la Asamblea sinodal, el obispo de Amberes, Johan Bonny, habló largo y tendido sobre la bendición de las uniones homosexuales en Bélgica, donde ya se han introducido este tipo de celebraciones. En sus observaciones al final del debate, Bonny dijo que en Bélgica, como primer paso, se había hecho referencia a la exhortación apostólica postsinodal Amoris laetitia del Papa Francisco y, basándose en ella, se habían introducido finalmente las bendiciones para las uniones homosexuales.

 

La visita ad limina de los obispos belgas al Papa Francisco en Roma a finales de 2022 también versó sobre esto. El pontífice había dicho a los obispos: «Es su decisión. Puedo entenderlo». Para el Papa era importante «avanzar con sabiduría» y «permanecer juntos». Francisco no había dicho «ni sí, ni no», sino: «Esta es su competencia».