El escándalo de la confusión y de la división en la Iglesia

 

La desunión entre los «cristianos» es un escándalo muy grave, contrario a la voluntad de Cristo, que quiere que «todos sean uno» (Jn 17,21), y dificulta grandemente la misión de gentes de la Iglesia.

 

Pero más grave escándalo todavía es el de la desunión de los «católicos». Éste es el peor de los escándalos, y el que sin duda más daña a la Iglesia y al mundo, a las misiones y también al ecumenismo.

                                            

Y sin embargo, este escándalo puede y debe ser evitado. Está en la naturaleza de la Iglesia permanecer en la unidad de la verdad, de la unión fraterna y de la obediencia. Está en su verdadera naturaleza. Por tanto, la interna unidad de la Iglesia –aunque no se dé en la tierra en un grado perfecto y celestial– es ciertamente posible, siempre que la Autoridad pastoral se ejercite con fuerza y esperanza, y no permita la difusión del espíritu protestante del libre examen.

 

¿Qué comunión real existe entre los católicos y los miembros de entidades como la Sociedad de Teólogos y Teólogas Juan XXIII? Ellos piensan y dicen que la Jerarquía católica ha sustituido el Evangelio por los dogmas, que oprime a los teólogos con su prepotencia doctrinal, que es dura e injusta al prohibir los anticonceptivos, que es cruel al negar el sacerdocio a la mujer o la celebración de la eucaristía a los laicos, cuando no hay sacerdote ministro, etc. Ahora bien, si así piensan y hablan públicamente, es claro que están en comunión con otras confesiones cristianas protestantes. ¿Pero qué comunión real guardan con la Iglesia Católica? Son en realidad para nosotros «hermanos separados». Ellos se han separado. ¿Conviene aparentar que ese grado extremo de disidencia es compatible con la unidad católica de la comunión eclesial?